sábado, 28 de abril de 2018

Los Cristeros del Volcán de Colima; Sin su jefe, Marcha hacia Zapotitlán.

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición anterior
LIBRO CUARTO, CAPITULO SEXTO Los días de mayores penalidades
(Del 27 de abril, a los primeros días del mes de agosto de 1927)

Sin su jefe. Marcha hacia Zapotitlán.
¡HAMBRE! DIOS MANDA A LOS SUYOS... EL RANCHO
Se recordará el estado en que se encontraba, allá sobre el cerro de El Durazno, la tarde del día 15 de mayo, la columna que comandaba directamente el Gral. Ochoa, cuando partió éste para la región de El Naranjo y Coalcomán. Aquellos cristeros hacía días que casi no habían comido ni dormido; casi agotados en sus fuerzas físicas, sufrían ahora, además, la angustia de la derrota y la ausencia de su jefe. El hambre, los desvelos, los fracasos tenidos y la incertidumbre agobiaban los espíritus.
A la mañana siguiente, o sea al amanecer del lunes 16, siguiendo las instrucciones que Dionisio Eduardo Ochoa les había dejado al partir, emprendieron el camino hacia la falda occidental del Volcán para incorporarse con el otro grupo de libertadores -los directamente comandados por Norberto Cárdenas- que se habían refugiado, después del combate de Caucentla, en la Mesa de la Yerbabuena y, después, en La Galera.
Este viaje, que por muchos motivos hubo de hacerse en dos pequeñas jornadas, fue motivo de nuevos sufrimientos; pues les cogió una gruesa lluvia en la primera, con el agravante de estar en una región muy elevada y fría, y, además, la alimentación siguió escasa, escasísima.
Esa noche del 16, la pasaron los cristeros en Ladera Grande, sobre las altas estribaciones del sudeste del cono del Volcán de Fuego, a más de 3,000 metros de altura y sin tener bajo qué guarecerse del fríó y de la lluvia. Al día segundo, o sea el martes 17, se continuó la marcha hacia las faldas del poniente del Volcán; la falta de alimentos escaseó del todo y se hubiera pasado casi en completo ayuno, si no hubiese acontecido, al atardecer, un hecho providencial.
Ya nuestros libertadores habían dejado atrás los ranchos de La Galera y se dirigían a Huizome, lugar situado al pie de las faldas occidentales del Nevado, en donde se encontraba entonces la mayor parte de los cristeros de Cárdenas y familias del cuartel de Caucentla, pues víctimas de nuevos ataques del enemigo y sin tener parque con qué defenderse, habían dejado, cinco días hacía, su campamento de La Galera en donde Ochoa los había dejado la mañana del 7 de mayo, y se habían internado aún más, en una región para ellos completamente desconocida. CONTINUARÁ..

















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