SOBRE LA REFORMA ENERGÉTICA O PRIVATIZACIÓN DEL PETRÓLEO
Ricardo Sánchez Arreguín
Como cada sábado primero de mes, este sábado 7 volvió a subir el precio de la gasolina y del gas doméstico. Y, según la inercia de la economía, si suben los combustibles, sube toda la cadena comercial y productiva, afectando a quienes menos tienen, así no tengan vehículo, pues los alimentos son cada vez más caros.
Con el argumento de que, si el petróleo pasa a manos privadas, habrá más inversión y recursos, los legisladores federales, en estos momentos, están debatiendo modificar la Constitución (artículos 27 y 28).
Ellos únicamente reciben órdenes, no de Peña Nieto (quien también recibe órdenes) sino de quienes se sienten dueños de este país, incluidos extranjeros y mexicanos radicados en el extranjero, estos últimos propietarios o socios de las refinerías, a donde se envía el petróleo a un precio y de donde lo regresan como gasolina a diez o veinte veces más alto dicho precio.
Pemex, además, tiene que destinar miles de millones de pesos, al año, a una clase corrupta e intocable: políticos y líderes sindicales.
Casi el 50% de carreteras, hospitales y centros de salud, así como recursos destinados a combatir la pobreza, provienen de los recursos que genera la venta del petróleo.
¿Verdad que sí es rentable Pemex? Bueno, pues como es muy rentable, la ambición desmedida y ruindad de esta clase empresarial y política les dicta que deben privatizarlo, para sacar tajada del pastel, sobre todo mediante prestanombres.
Su coartada es la modernización. Ellos argumentan que Pemex no es rentable y que, con la intervención de la iniciativa privada, se le sacará más provecho a los hidrocarburos.
Tan fácil que sería modernizar Pemex, con tres pasos importantes:
1) Rendición de cuentas de la paraestatal, que implica cortar de tajo la corrupción,
2) Crear refinerías, aquí, en nuestro país, para procesar aquí mismo el petróleo y convertirlo en combustibles al alcance de nuestros bolsillos,
3) Con el dinero ahorrado, fruto de la transparencia en Pemex, invertir en tecnología de punta, para la exploración de nuevos yacimientos.
Pero no lo harán, porque ellos van por el negocio. Privatizaron los bancos y la telefonía. Y les funcionó: unos cuantos multimillonarios, a cambio de pobreza y rezago de las mayorías. Con esta privatización, quedará en casa de empeño el presente y el futuro de las generaciones: hijos, nietos, bisnietos y lo que venga.
Los emisarios o peones de estribo, de esos que se sienten dueños de nuestro país, son los políticos, encarnados en los legisladores que actualmente debaten y votarán la privatización del petróleo.
De ellos, en cuanto a los priistas, ya no me quejo. Nunca los he querido, porque son los que, de origen, tienen empobrecido a este país, pues son de semilla podrida, en todos los ámbitos de la vida pública, porque su visión es la trampa y la corrupción. Y los verdeecologistas y panalistas son sus engendros satelitales.
Pero, ¿dónde queda el espíritu democrático que dicen los panistas llevar en la médula?
Durante estos meses, cientos de colimenses nos dimos a la tarea de recabar miles de firmas, pues, de acuerdo con el Art. 35 Constitucional, el gobierno está obligado a realizar una consulta ciudadana, en casos como el petróleo. Se necesitaban 1 millón 650 mil firmas, de todo el país, que corresponde al 2% de la lista del padrón de electores.
Ya fueron entregadas 1 millón 700 mil firmas, para que se haga la consulta; pero los priistas y los panistas se hacen de la vista gorda.
De los priistas uno esperaría eso; pero, ¿y dónde están los panistas, que no dicen "esta boca es mía, consultemos al pueblo"? ¿No que muy demócratas?
Ya lo decía, y muy bien dicho, el Nazareno, a quien suelen evocar en sus desvaríos de pitosantos: “sepulcros blanqueados”.
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