LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la Edición anterior
Termina el libro primero del capítulo tercero cuarto
LOS MUCHACHOS DE LA ACJM MAS FERVIENTES Y DECIDIDOS
Los héroes que aparecieron con más gallardía, fueron los muchachos de la A. C. J. M. Ellos, las señoritas organizadas y el grupo de Damas Católicas fueron los apóstoles más fervientes y decididos de la Liga. El jefe fue un varón meritísimo, miembro de la Orden de los Caballeros de Colón, don Teófilo Pizano, que acarreándose sufrimientos y penas mil, supo ser, por aquellos días, el jefe cívico de un pueblo que, en defensa de su libertad, alcanzó la meta del heroísmo y forjó su epopeya. El jefe local de la ciudad, subordinado a él, fue siempre un muchacho de la A. C. J. M. Primeramente había sido Miguel Anguiano Márquez; pero éste, en unión de un compañero suyo, J. Jesús Cuevas, había sido tomado preso, a bordo del ferrocarril y conducido a Ciudad Guzmán, Jal. Fue sustituído entonces por Antonio C. Vargas.
Gloria a estos dos -el señor Pizano y el joven Vargas-, allá en el seno de Dios a donde volaron: D. Teófilo Pizano murió después de la epopeya cristera, después de tiempos largos que fueron martirio de incomprensión, pobrezas y abandonos, pero para la eternidad, gloriosos. Antonio C. Vargas murió en los tiempos mismos de la lucha por la defensa de la libertad, por Cristo y por la Patria.
De esta suerte se organizó el pueblo -en la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa- maravillosamente y se intensificó la propaganda impresa que alentase continuamente a los creyentes en medio de la persecución; que no los dejase desmayar y que preparase el espíritu de los católicos militantes hasta los extremos que las embestidas brutales del tirano lo exigiesen.
Efecto de esa organización fue aquel cuadro sublime de fe heroica que presentó entonces el pueblo de Colima.
EL BOYCOT
Oración + luto + boycot = victoria, decían los innumerables billetitos que en todas partes circulaban; billetitos que sin saber los perseguidores, ni a qué hora, ni cómo se fijaban, aparecían pegados en todas partes: en las esquinas de las calles, en las puertas y ventanas de las casas, en los postes de la luz, en los árboles de los jardines, en los coches y tranvías, en el palacio de Gobierno.
Un pequeño periódico titulado Acción Popular, órgano de la Liga en Colima, impreso y repartido clandestinamente, unificaba la acción colectiva del pueblo colimense. Toda esta propaganda se hacía en medio de muchos peligros y burlando la extremada vigilancia de los enemigos. Un solo folleto de propaganda católica era causa suficiente para que aquel que lo trajera fuese conducido a la prisión y allí injuriado y golpeado por los esbirros del gobernador Solórzano Béjar.
Así los muchachos de la A. C. J. M. continuamente eran arrestados; pero esto no atemorizaba a ninguno y la propaganda continuaba cada vez con mayor entusiasmo. En la ciudad, gracias a la organización, las hojas volantes, periódicos o folletos se repartían simultáneamente en menos de diez, de quince minutos, y cuando los gendarmes querían impedirlo, todo estaba ya concluído, la ciudad estaba ya inundada con la propaganda.
A los pueblos y aldeas la propaganda impresa se mandaba en el fondo de los cajones o canastas de fruta.. CONTINUARÁ
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