lunes, 14 de mayo de 2018

Los Cristeros del Volcán de Colilma, Los Cruzados con hambre y Dios envía la cena

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMAViene de la edición anterior. Crónica del 27 de abril a los primeros de agosto de 1927; libro 4 capitulo sexto.

LOS CRUZADOS CON HAMBRE Y DIOS ENVÍA LA CENA

Pues bien, en dirección hacia allá, para incorporarse con ellos y ayudarse mutuamente, iba la columna de noventa o cien libertadores que bajo su mando directo había tenido Ochoa en días anteriores y que había quedado bajo el comando inmediato de J. Natividad Aguilar.
La tarde empezaba ya a declinar; el sol aún se veía sobre la lejana montaña de Cerro Grande que quedaba frente a ellos y pronto faltaría su luz, lo cual aumentaba la pena, pues ninguno de ellos había andado jamás por ahí, no llevaban guía, y ni siquiera sabían el tiempo que les faltaría para llegar al campamento de Norberto Cárdenas, a donde habían imaginado llegar antes de ponerse el sol.
A pesar de esto y de tantos trabajos y privaciones, los cristeros de Caucentla iban festivos; se veían ya de regreso de la gira que entre tantos peligros habían hecho, y pronto estarían con sus compañeros.
Les faltaba su jefe; pero llevaban al hermano de él, el Padre Don Enrique, su nuevo capellán, a quien desde luego profesaron verdadero cariño y veneración.
Como olvidando a esas horas todas sus penas, revivió en ellos el espíritu alegre y jovial de días anteriores, máxime que podían cantar y gritar a satisfacción; pues sabían que en aquellos apartados lugares no había por lo pronto ningún peligro.
El jefe de la columna, J. Natividad Aguilar, hombre de espíritu reposado, iba detrás de todos, en unión de cinco o seis de sus soldados.
Acababan ya de recorrer la tendida hondonada de La Mariana e iban a entrar en el profundo barranco del Huacal.
Ya todos habían pasado corriendo y gritando, formando una grande algarabía, cuando he aquí que, a ocho o diez pasos de distancia, sobre una verde colina, aparece una hermosa venada silvestre comiendo mansamente la yerba ... El mismo J. Natividad Aguilar, sin decir una palabra, levantó su arma y disparó sobre ella. El buen Dios había provisto de una cena sabrosa a sus guerreros....CONTINUARÁ.


















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