Transitaba libre, sobre su cabalgadura, por uno de tantos caminos por los que recorría a diario, cuando escucha el ladrido de un perro; el que se identificaba como de un animal pequeño y que al parecer tenía hambre y frío.
Libre baja de su montura y constata que efectivamente se trataba de un pequeño cachorro que había sido abandonado, lo recoge y para su sorpresa el animal carecía, por haber nacido así, de una de sus extremidades delanteras. Lo lleva consigo, a su domicilio, siendo recibido con lástima y motivo de atenciones especiales, imponiéndole el nombre de “El Molcajete”.
“El Molcajete” crece en el seno de aquel hogar, desempeñándose como un animal normal, mostrando, en cada momento, su celo por el cuidado y resguardo del domicilio, así como de sus moradores.
Era el amanecer del día 15 de Abril del año 1941 “El Molcajete” daba muestras de inquietud, ladrando de manera que no lo había hecho anteriormente, ladridos acompañados de aullidos lastimeros.
La desesperación de “El Molcajete” por hacer entender a sus amos el peligro de una catástrofe, próxima a ocurrir, no fue entendida y es hasta, aproximadamente entre la una y dos de la tarde, cuando se deja sentir un fuerte terremoto, catalogado en 8 grados de la escala de Mercalli, afectando área de los Estados de Colima, Jalisco y Michoacán. Los amos comprendieron que “El Molcajete” tenía el “don” en preanunciar catástrofes de éste género.
Por lo que amos y vecinos, en lo sucesivo, estuvieron atentos en todos los avisos de atención que emitía el animal, tanto en las constantes replicas de ese terremoto como de todos los ocurridos hasta su muerte, un perro con la gracia de preanunciar, con anticipación, el peligro de un temblor, hecho que salvo vidas humanas, al tomarse las precauciones adecuadas.
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