EN LA OPINIÓN PÚBLICA, EXISTE LA IDEA DE QUE EN LA POLÍTICA Y EN EL GOBIERNO EXISTE CORRUPCIÓN Y QUE QUIENES PARTICIPAN EN ESTE ÁMBITO SON CORRUPTOS
Históricamente,
la corrupción política ha sido objeto de reproche moral en todas las
sociedades, los testimonios de las diferentes culturas así lo prueban.
Aunque
también es a partir de los últimos años que han cobrado importancia las
herramientas por combatirla, una de ellas la Ética Pública.
Si
bien algunos gobiernos han comenzado a realizar acciones para fomentar la ética
pública, muchos políticos y funcionarios públicos aún se encuentran lejos de
vivir con ética.
La
manera de impedir la corrupción y evitar que los individuos que ocupan cargos públicos
practiquen actitudes indebidas conduce a la afirmación de que la causa inevitable
de la corrupción es la conducta deshonesta del actor público, y esto sucede
porque el individuo decide realizar la acción corrupta.
Si
el individuo ya ha decidido cometer un acto corrupto, planeará la manera de
evadir las normas y los mecanismos de control. En todo caso está en él la
decisión de actuar o frenarse. Y esto último puede lograse gracias a la
sensibilización, al desarrollo de la conciencia, a la madurez de juicio, resultado
del establecimiento de unos principios internos y un dominio del carácter
La
ética, al referirse al ámbito público, implica necesariamente relacionarse con la
política, no se limita a los funcionarios públicos. Un buen gobierno no sólo requiere
funcionarios responsables sino también políticos responsables, puesto que son
éstos últimos principalmente quienes gozan del máximo margen de autonomía en las decisiones y de estas depende a su vez la actuación de
los principios.
La
ética pública es un elemento importante para hacer contrapeso no sólo a la corrupción
sino a las distintas actitudes anti éticas al inyectar un conjunto de principios
y valores y así revitalizar por un lado a las instituciones públicas y por otro
a los servidores públicos, entendiendo como tales a aquellas personas que
ocupan un cargo público y sirven al Estado: políticos y funcionarios.
En
los últimos años han salido a la luz pública escándalos de corrupción que han desacreditado
la imagen de los servidores como de las instituciones públicas generando que
la ciudadanía pierda la confianza en sus gobernantes. Porque éstos últimos son los responsables de solucionar las demandas
ciudadanas, de dar satisfacción a la pluralidad de intereses.
En
general, en la opinión pública, existe la idea de que en la política y en el gobierno
existe corrupción y que quienes participan en este ámbito son corruptos.
Todo
individuo que participa de la función pública debe tomar conciencia de que el
servicio público se define como la acción del gobierno para satisfacer las
demandas y necesidades de las personas que integran el Estado. El servidor público se debe a su comunidad,
su sueldo es pagado por la sociedad y por lo tanto tiene una responsabilidad y un
compromiso con ella.
El
político y el funcionario público no deben olvidar que están para servir a la
comunidad no para servirse de ella. Todo buen gobernante sirve a su país y no
se sirve de él.
En
descargo y que sirva de reconocimiento a quienes verdaderamente tienen vocación
de servicio, debemos considerar el derecho de la duda; porque si bien existen servidores
públicos irresponsables y corruptos también existen servidores públicos honestos,
personas con respeto a su trabajo y comprometidas con sus tareas las cuales contribuyen
a la marcha y desarrollo de las instituciones.
Esto
porque, la corrupción ha existido y existirá cualquiera que sea el sistema político
y la época histórica.
También porque la conducta del individuo hacía la corrupción
nos hace pensar que es una actitud inherente al ser humano la cual, debido a la
alteración de valores sociales en las sociedades contemporáneas se ha venido
incrementando.
Sin
embargo, el hecho de reconocer que siempre ha existido corrupción no nos exime de
reflexionar y plantear un conjunto de medidas a fin de mermar su alcance. Porque, la ética pública no solo se refiere a
la lucha para prevenir y evitar la corrupción, sino que va más allá, implica
dominar el carácter e invita a adentrarse en el ser honesto.
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