El Ahorcado Relatos y Leyendas del Comala de Ayer, Profr. Jaime Valencia Salazar

A la tienda de Tiburcio llega Miguel, hombre ya con algunos años en sus espaldas, propietario de un rancho allá por Los Colomos y quien desde años atrás era cliente del establecimiento por lo que era motivo de incontables ocurrencias de “Burcio” en el momento en que realizaba sus compras, persona de quien, a últimas fechas, se decía encontrarse mal de sus facultades mentales.

Miguel se dirige al espacio en donde se encontraba un exhibidor con ixtles o cables de diferentes grosores, texturas y colores, los observa y palpa con sus manos la resistencia y fineza de los mismos, “Burcio”, quien se encontraba atendiendo a otros clientes y haciéndoles las “vaciladas” de costumbre, observa a Miguel y en el momento oportuno se le acerca llevando entre sus manos el cuchillo para cortar el pedazo de reata que le solicitara, ante la indecisión del cliente “Burcio”, ignorando el pensar del comprador, como siempre, opta por darle su opinión y le dice: “Miguel, este está muy rasposo y te puede lastimar o ensangrentar el cuello, este otro no resiste el peso de tu cuerpo, para mi pensar este es el mejor”, es aceptado

el ofrecido y cuando le indica la medida del largor, nuevamente interviene el comerciante y le dice le pondrá un poco más para que no le quede tan ajustado, advirtiéndole que no le cobraría el importe por ser un viejo cliente. Gran sorpresa fue la de “Burcio” al enterarse que Miguel había sido encontrado en su domicilio, pendiendo de una de las vigas que sostenían el techo de su vivienda, atado al cuello con la reata que el mismo, hacía unos instantes, le había seleccionado y regalado.

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