LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMAViene de la edición anteriorLOS GENERALES CRISTEROS, FERMÍN GUTIÉRREZ (Luis Navarro Origel); CON DIONISIO EDUARDO OCHOACrónica del 27 de abril a los primeros de agosto de 1927
- Mira: tú sabes que al Obispo le obliga celebrar la Santa Misa por su pueblo, esto es, por sus hijos, los domingos y demás días de fiesta, aún suprimidos. Pero ahora, para el Obispo de Colima son días de fiesta todos los días de la semana, porque todos los días ofrece la Santa Misa por su pueblo; y su pueblo, ante todo son ustedes, los que sufren y luchan por la causa de Cristo Rey.
Y el anciano Obispo, cuando Dionisio Eduardo Ochoa se despedía, elevó al cielo su frente coronada de canas y marcada con los signos del dolor; extendió sus manos y, en nombre de Dios, le bendijo. Dionisio Eduardo, de rodillas, con la frente inclinada y vivamente emocionado, recibió, en nombre suyo y de todos los nuevos abnegados y gloriosos macabeos, la bendición de su amado Pastor.
EL GENERAL CRISTERO DON FERMÍN GUTIÉRREZ
De ahí el Gral. Ochoa creyó oportuno, ya que estaban sobre el camino, pasar a Coalcomán, Mich., para conferenciar sobre asuntos de la defensa armada, con el Gral. libertador don Fermín Gutiérrez (Luis Navarro Origel), que era el jefe de aquellas zonas y con quien trabó firme y verdadera amistad. De él aprendió Ochoa a firmarse, humilde y piadosamente, en todas las comunicaciones, aunque fuesen oficiales; recluta de María.
Don Luis Navarro Origel fue uno de los más ameritados y nobles católicos mexicanos.
Había nacido en Pénjamo, Estado de Guanajuato.
El ideal suyo fue siempre el reinado de Cristo en la Patria. Joven de elevada cultura, de posición social distinguida, de singular talento, se dedicó todo él a trabajar por Cristo, siendo uno de los más ardientes miembros de la A. C. J. M.
En 1917 tomó esposa, pero la atención de su casa no le quitó el objetivo de su vida: trabajar por Cristo. Cuando la persecución callista comenzó, fue jefe de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa en Pénjamo, Gto., a cuyos trabajos se consagró con toda el alma. Por fin, cuando él vio que todos los medios pacíficos eran inútiles, fue uno de los primeros que se lanzaron a la guerra. No le importó su posición social, ni sus bienes, ni el abandonar a su esposa e hijos a quienes amaba tiernamente; el amor de Cristo estaba sobre todo. La prudencia, imperó, para evitar la persecución sobre su familia, le hizo ocultar su nombre, y así fue conocido siempre con el nombre de Gral. Fermín Gutiérrez. CONTINUARÁ.
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