viernes, 29 de diciembre de 2017

Los Cristeros del Volcán de Colilma, Propaganda fructosa

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
LIBRO CUARTO, Capitulo quinto Los días de mayores penalidades
(Del 27 de abril, a los primeros días del mes de agosto de 1927)

PROPAGANDA FRUCTUOSA
A pie emprendieron el camino los cuatro jóvenes, sin llevar ninguna otra cosa que sus propias armas para su defensa y su gabán para guarecerse un poco del frío. La despedida fue un sonoro grito de ¡Viva Cristo Rey! que lanzó el joven jefe Ochoa y que fue contestado por todos sus soldados que cariñosamente le rodeaban. Más de alguna lágrima fue necesario reprimir entonces. Era una fe heroica la que hacía prorrumpir en exclamaciones jubilosas cuando tan hecho jirones se encontraba el corazón.
Al día siguiente, atravesando potreros y barrancos y en medio de la lluvia, pudieron llegar felizmente nuestros cuatro viajeros a la hacienda de Buena Vista, y dos o tres días más tarde, estuvieron en la hacienda del Naranjo, Jal. Allí en la hacienda de Buena Vista había, como en la de San Marcos, otro caporal, excelente amigo de Dionisio Eduardo Ochoa -Ignacio González-, que prestó magníficos servicios a la causa de los cristeros. El inspeccionaba la región; veía si había o no enemigos y les ayudaba a encontrar solución al grande problema, sobre todo en el temporal de aguas, de pasar el río de El Naranjo, cuyos pasos frecuentemente estaban resguardados por escoltas militares. Ya allí, en El Naranjo, Jal., Dionisio Eduardo Ochoa y sus compañeros encontraron al grupo de cristeros que bajo la dependencia de Gildardo Anguiano comandaba Ignacio Arceo, y eligieron a algunos soldados para que les acompañasen en aquella gira.
El primer problema, el que había movido al general Ochoa a ir a esa región del otro lado del río de El Naranjo, era ver a los hacendados para excitarlos a que contribuyesen con generosidad a aquel Movimiento. Todos tenemos que cooperar en esta empresa -decía- pues se trata de redimir a México de esta tiranía incalificable. Se trata de la Iglesia y de la Patria. Los que no tenemos recursos materiales, ofrecemos gustosos nuestras personas al sufrimiento y al trabajo y nuestras vidas mismas; pero el que puede cooperar con su dinero, que en un movimiento armado es de imprescindible necesidad, pues que ayude con su dinero. Y predicando con ese fuego y amor la necesidad de ayudar a la Cruzada de Cristo, reunió, no los diez o doce mil pesos que él pretendía, pero sí cuatro o cinco mil que mandó a Guadalajara, Jal., para una compra arriesgada que la jefatura cristera de allí pretendía hacer.
Visitaron, además, los campamentos de El Cacao y Las Parotas, cuyos núcleos eran comandados, respectivamente, por Hermenegildo Maldonado y Gregorio Martínez.
En todas esas partes Ochoa reunía a los libertadores, les hablaba de su misión, de sus deberes y les pintaba patéticamente la protección de la Divina Providencia en la región del Volcán...,CONTINUARÁ...































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