miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los Cristeros del Vocán de Colima. "O cumplen dóciles las leyes que mando yo"

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA,
Libro Primero Capítulo Tercero 
“O CUMPLEN DÓCILES LAS LEYES EN QUE MANDO YO

¡Y qué bien el pueblo creyente entendía y sentía que al fin y a la postre no podría triunfar la impiedad! Así, aun en canciones populares, que hasta en las cárceles se cantaban por los que por la causa de Cristo principiaban a ser detenidos, lo expresaba la fe Cristiana:
Y el más satánico de los clerófobos, jefe vandálico de la legión, dijo colérico, si bien que tímido al pueblo víctima de su furor: o cumplen dóciles las leyes fúlgidas de la libérrima Revolución o salen dóciles, cual parias débiles de aquesta ínsula en que mando yo.
¡Oh Historia, ábreles tus áureas páginas: verán los Césares con su poder caer en átomos, mientras los Mártires con palmas fúlgidas saben vencer!
(Música de En Noche Lóbrega)
EL ULTIMO ACTO DE CULTO PUBLICO
El último acto de culto público consistió en una Hora Santa de desagravio que tuvo lugar en la Catedral Colimense, de las 11 a las 12 del día, seguida de la celebración de la Santa Misa, en la cual había de consumirse el Sagrado Depósito. De ahí en adelante ya la Sagrada Eucaristía no podría estar en los templos. 
Tendría que principiar para Colima el tiempo de las catacumbas y de sus mártires, así como en Roma, durante los tres primeros siglos de la era cristiana, bajo el imperio de sus Césares.
La multitud en ese día no sólo llenaba la Catedral, sino sus atrios, y aun la calle de Madero, por su costado norte y, por su frente, el jardín de la Libertad, regado, dos días hacía, con la sangre de los católicos colimenses que allí habían muerto, ametrallados por Solórzano Béjar y sus incondicionales, cuando en actitud gallarda, se habían presentado a reclamar libertad.


En el presbiterio, luciendo en lo alto, se encontraba un grupo de jóvenes de la A. C. J. M., con la Bandera de su Comité Regional. Haciéndole guardia, estaban Dionisio Eduardo Ochoa, Antonio C. Vargas, J. Trinidad Castro, Tomás de la Mora y otros de los que después se destacarían como paladines de los derechos de un pueblo mártir. Estaban también la bandera de la Adoración Nocturna, la de la Confederación de Obreros Católicos y otros estandartes más.
Todos los pechos, inflamados de amor, protestaban fidelidad a Cristo; en todos los ojos había lágrimas de emoción; todas las miradas se dirigían a la Santa Custodia en donde, por vez última, se adoraba a Jesucristo.......       CONTINUARÁ





















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