NAVIDAD, EL MOMENTO DE NUESTRA TRANSFORMACIÓN Y VOLVER A NACER
Por Arturo González Valencia
La Navidad es un acontecimiento muy especial, porque significa el nacimiento del Niño Jesús, del Niño Dios y con él nosotros tenemos que VOLVER A NACER.
En Navidad también se festeja la posibilidad de corregir el rumbo, de forjarse nuevas expectativas y empezar de nuevo, tiene que ver con lo único de la Esperanza; de que mañana todo sea mejor que ayer.
Es un día inconfundible, porque al unirse con las festividades de fin de año, simbólicamente puede decirse que es un momento de transformación, y es por eso en estas fechas hacemos votos para que todo renazca y las frases se vuelven comunes y repetitivas: Les deseamos Feliz Navidad y un Buen o Prospero Año Nuevo a las personas con quienes convivimos, amamos, conocemos o que simplemente vemos al pasar por la calle. ¡Como ven, todo son buenas intenciones!.
La Navidad y los Reyes Magos llegaron de España a América, para convertirse en una de las celebraciones más importantes del calendario religioso de Latinoamérica, donde conviven ambas celebraciones.
Este tiempo se ha convertido en un espacio propicio para que afloran los sentimientos filiales, de fraternidad y sonoridad, asimismo, las personas intentan poner de manifiesto la buena voluntad, la compasión, la sinceridad y la celebración en familia; es en Navidad y/o Reyes cuando el Niño Dios o los magos que llegan para dejar en el “nacimiento” los regalos para los niños y niñas bien portados, de este modo recibir un presente, en uno de esos días se convierte en un premio.
En la actualidad compartimos tradiciones y costumbres heredadas de distintas partes de la tierra, continúa siendo trascendental el solsticio de invierno (del latín, literalmente: Sol que se detiene); así han llegado a México el pesebre, la piñata, el pino, las posadas, papá Noel o Santa Claus, los villancicos, la cena de Navidad con su platillo central, sea pavo, bacalao y otros, el enviar tarjetas navideñas, ahora por correo electrónico, intercambiar regalos y tantas otras costumbres que durante el transcurso de la historia han ido sumándose e introduciendo cambios en las tradiciones propias del país, y a las cuales cada región de México le ha imprimido sus características culturales.
De ese modo, han subsistido los ritos de danzas indígenas para honrar la divina Trinidad, a la Madre virgen y a los innumerables santos que van a ir coincidiendo y suplantando el culto de las múltiples divinidades prehispánicas.
Prácticamente, hoy todas las iglesias cristianas se unen para celebrar ese día: la católica, la anglicana, las protestantes en general y la ortodoxa rumana, sin embargo, otras iglesias no aceptaron la reforma gregoriana al calendario juliano y continúan festejando el nacimiento de Cristo el 6 de enero, por lo cual mantienen la tradición de los primeros cristianos que celebraban la Epifanía.
Esta fiesta está vinculada con los Reyes Magos, quienes fueron conducidos por una estrella ante el Dios naciente, un hecho que tiene otra consecuencia al establecer una analogía, pues siendo extranjeros se manifestó ante ellos el Mesías judío, luego por extensión, esta revelación involucra a toda la gente que puebla el orbe.
Otras agrupaciones religiosas tampoco celebran la Navidad el 25 de diciembre, como los Testigos de Jehová, al parecer con base en tres consideraciones: 1.- El origen pagano de los festejos, 2.- El ignorar la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo y 3.- El no estar prescrito en la Biblia.
Al conjugarse toda esta amalgama, se han establecido distintos simbolismos y significados, pero finalmente todos se unen para establecer una fecha que todavía es fundamental para los seres humanos.
En la navidad nosotros los católicos festejamos el nacimiento de nuestro Niño Dios (Jesús) y con ello la posibilidad de renacer, de corregir el rumbo, de forjarse nuevas expectativas y empezar de nuevo, porque tiene que ver con la esperanza de que mañana, todo sea mejor que ayer; aunque en esta fecha, esta esperanza va más allá y toma una dimensión exclusiva, pues tiene que ver con la confianza en un Dios capaz de nacer como hombre para igualarse a su creación, LA HUMANIDAD.
¡Feliz Navidad! y que este 2013, tengamos juntos ¡Un gran Renacimiento!
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