LA GRUTA O CUEVA DEL PAREDÓN CERCANO AL ARROYO SECO
Por Arturo González Valencia
Hace aproximadamente 56 años tuve la oportunidad de conocer por primera vez; cuando fungía como pastor de chivas de mi hermano Jorge León y yo era apenas un mozalbete inquieto, que me integraba a las primeras responsabilidades de la familia y una de ellas era precisamente que mientras mi hermano Jorge León trabajaba como jornalero, yo como hermano menor me dedicaba a cuidarle unas chivas que había comprado tratando de formar un rebaño o manada de chivas.
Me tocaba llevar a pastar las chivas a diferentes lugares cercanos a la población de Comala; algunas veces acudía al pedregal, a copalitos, otra a los arroyos secos, para los planes del paredón alto o al arroyo de las juntas, para los terrenos del corral de tierra, otras para los arroyos de los mezcales, para paredes grandes y muchas partes por donde hubiera buen pasto para las chivas.
Precisamente para este arroyo seco por las distintas entradas que hay para “los copalitos”. Me encontré un plan pegado al arroyo seco con mucha pastura para alimentar las chivas de la casa.
A un costado del arroyo hay varios arboles de los llamados “Aguilotes” y esos ofrecen una fresca sombra y sus ramas, son resistentes para poder colgarse y hasta hacer una camita en sus ramas para desde la comodidad de las alturas poder ver donde pastaban las chivas.
Pero sucedió que, con una pestañita que tuve de una media hora, y antes de dormir vi a la chiva madre que traía a toda la cuadrita tras de ella, arriba de la loma, casi llegando al limite que daba con el comienzo del paredón. Ahí fue donde las vi la ultima vez antes de caer en los brazos de Morfeo.
Cuando despierto sobre las frescas ramas que me cobijaron del “aguilote” y al arrullo del aire fresco que llegaba de las laderas de copalitos en los primeros días de junio y desde la copa del árbol me puse a buscar a mi rebaño de chivas, mi sorpresa es mayúscula, porque habían desaparecido como por arte de magia.
Normalmente las chivas reconocen la voz del pastor que siempre las esta cuidando y llevando a donde hay grandes y jugosos pastos y no obstante que desde la copa del aguilote les llamaba para que me respondieran por que rumbo se encontraban.
El silencio era la respuesta a mis llamados de “Chivita, Chivita, Chivitaaaaa”; hecho que me exigió a buscar los rastros de hacia donde se habían dirigido las chivas; pero por mas caminos y veredas que tome alrededor de la laderas y planicie donde las había visto la ultima vez, no encontré rastros, lo cual me preocupe bastante, porque; con que excusa iba a llegar a casa con mi hermano Jorge de que !!!se me habían perdido las chivas, porque yo me quede dormido¡¡¡, no quiero imaginar la “patiza que me habían puesto” y con sobrada razón y ya tenía experiencia con esas golpizas, de las cuales me resultaba con lesiones y luxaciones de brazos o mínimo algunos dedos de la mano al protegerme de los cuerazos y varazos.
Me puse a repasar el asunto y las horas que más o menos eran cuando las vi la ultima vez y donde se encontraba la chiva madre antes de dormirme y hasta ese lugar llegué; lo más alto de la loma que pegaba con el paredón. Ahí vi los rastros de ramoneo y zacate cortado con el filo de los dientes de toda la cuadrilla de chivas y chivos. Desde ese lugar empecé a llamar a las chivas; “Chivita, Chivita, Chivitaaaaa”; y de pronto que escucho una respuesta en la lejanía hacia el norte del arroyo seco y que arranco carrera loma abajo y sin detenerme; volvía a llamarles; “Chivita, Chivita, Chivitaaaaa”; y ya no escuche respuesta hacía donde yo creía escuchar la respuesta; esto hizo que regresara mis pasos otra vez hasta subir nuevamente la loma pegada al paredón y ahí volví a gritar; “Chivita, Chivita, Chivitaaaaa”; y volví a escuchar la respuesta en la distancia, para esto ya eran como las 4 de la tarde y yo sin comer, solo un bolillo con frijoles de la olla y queso seco que me dio mi madre para almorzar, de modo que las tripas grandes ya se comían a las mas chicas y desesperado, volví a llamarles cuando iba subiendo la loma y desde una pared sobre puesta, del paredón junto a unos matorrales, vi la cabeza de una chiva pinta.
Le hablé por su nombre y vi que salieron todas como que brotaban del paredón, fue en ese tiempo que descubrí esa gran gruta o cueva del paredón; cuya entrada esta mimetizada con dos grandes gajos del paredón sobre puestos y se camuflajea por el color que el tiempo le ha dado y el acceso a ella es como de metro y medio de alto por un metro o 1.20 de ancho y considero que como de 10 a 12 metros de larga y al centro cuenta con una cúpula, donde tiene como 2 de
alto y hay sentaderas alrededor de la cúpula y con ventanas hacia el fondo que dan con la orilla del paredón; y esta gruta que se encuentra a solo 20 minutos de Comala en camioneta. (He de aclarar que por estos rumbos hay varias. que después haremos otra crónica con otros amigos para seguir informándoles).
Hace días me comento una amigo que tiene un aparato para buscar reliquias, dijes y monedas antiguas, y le comenté de esa gruta, que si podíamos ir a investigar y de inmediato me dijo que si, para lo cual nos pusimos de acuerdo con un hijo del propietario del terreno, que hasta ese momento no se había percatado de ella; aunque he de agregar que por ese mismo terreno, por la gran extensión del paredón hay varias cuevas o grutas y el propietario pensaba que era otra de esas las que le platicaba y fuimos a otro día antes de salir el sol a revisar y antes de introducirnos prendimos una hoguerita al pie con el objeto de espantar los murciélagos y alguna fauna nociva de la misma.
Después de que el humo del interior se acabó y con ella salieron los quirópteros, decidimos introducirnos con la maquina detectora y no encontramos nada al interior; pero por los caminos que llevaban a ella, la maquina detecto, un pedazo de metal de guango y en otro lugar un barretón llenos de moho por los años que tenían bajo tierra, como a unos 30 cms de profundidad.
El primero en entrar fue el hijo del propietario del terreno, previa explicación de como era su interior de parte del que escribe este relato; el segundo en recorrer la cueva fue el amigo del aparato detector de metales y al ultimo para checar que todo estuviera bien, fue este servidor y constate que sigue físicamente igual, pero con una capa más grande de guano de murciélago silvestre frugívoro.
Posteriormente fuimos a revisar otras cuevas del paredón bajo la escrupulosa mirada de una pareja de gavilanes plateados, otros zopilotes que hacían reverencias al sol naciente y unas escandalosas chachalacas que curiosas nos miraban subir hacia la entrada de esas nuevas grutas y una vez que llegamos a ellas, al revisar nos dimos cuenta que tenían 4 panales de unos 40 a 50 cms cada uno de avispas rayadas parecidas a la avispa borracha, pero eran negras.
Es de aclarar que esas nuevas cuevas eran mas pequeñas como de un metro de alto aproximadamente y con salida de mas o menos unos 5 metros.
Terminada nuestra travesía decidimos regresar a Comala, con los comentarios de los presuntos orígenes que tuvieron esas grutas.
Obviamente se omiten nombres y precisión de la ubicación porque los propietarios del terreno desean que así siga, para evitar daños y perjuicios en la propiedad por curiosos o depredadores aprendices de espeleólogos.
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