LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la anterior
“SE VA ADELANTE EN LA INSIDIA; SE RECURRE AL ARZOBISPO DE
GUADALAJARA”
Libro Primero Capítulo Quinto
Todavía más; cuando se vio que la constancia del Obispo y Clero de Colima, no había sido vencida por ningún medio humano, porque no habían valido, ni las amenazas, ni la burla, ni la calumnia, ni la diabólica astucia, entonces se
recurrió a un medio indirecto: el recurso al Metropolitano -el Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara Mons. Francisco Orozco y Jiménez- para que él, con carácter de Superior eclesiástico, presionara al Obispo y Clero de Colima: De esta suerte, un día, comisionados por el Gobernador Lic. Francisco Solórzano Béjar, se presentaron ante el egregio Arzobispo de la metrópoli tapatía dos personajes de representación: D. Juan Gamba, español, Gerente del Banco Nacional, y el Sr. Solano, español también, a pedir que se hiciera presión sobre Colima y se redujese la actitud tenaz de su Obispo y Clero. Mas el Iltre. Metropolitano no sólo se excusó de intervenir, sino que elogió con energía la actitud del católico pueblo mártir de Colima, cuyo Obispo y Clero eran dignos de todó encomio.
Yo, por mi parte -fueron palabras del Iltre. Arzobispo-- pido a Dios que cuando me llegue la ocasión, sepa guardar la gallarda actitud del Sr. Obispo de Colima.
Y los dos distinguidos enviados de Solórzano Béjar hubieron de despedirse, fracasados del todo.
DOS ILUSTRES CONFESORES DE LA FE
En esos días, cuando el Lic. Solórzano Béjar recurrió al último medio que él y los suyos excogitaron para hacer claudicar al Excmo. Sr. Obispo Velasco, acudiendo al Metropolitano Mons. Francisco Orozco y Jiménez, con el propósito tonto de que él lo obligara a rendirse, el Ilmo. Sr. Obispo de Colima no estaba ya en la capital del Estado, sino en Tonila, bella
población colocada en las faldas orientales del Volcán de fuego, ya en jurisdicción civil de Jalisco y, por tanto, fuera de la órbita de acción del Gobernador Solórzano Béjar; pero perteneciente a la Diócesis de Colima. Desde allí seguía el Venerable Obispo rigiéndola. Allí continuaba aún el culto público con todo su esplendor y, dada la corta distancia entre la capital y Tonila, distancia que no pasa de 36 kilómetros, se formaba un verdadero río de gentes que, a pie o en coches, afluían a Tonila de las diversas partes del Estado oprimido, sobre todo los domingos y viernes primeros de cada mes.
CONTINUARÁ.......
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