miércoles, 29 de abril de 2015

El Corneta, Relatos y Leyendas del Comala de Ayer

 EL CORNETA
Profr. Ruben Jaime Valencia Salazar
Nació en el famoso “barrio alto” de Comala, era bajo de estatura, alegre en su decir y actuar, con un ligero estrabismo en uno de sus ojos, desde pequeño se distinguió por su especial manera de actuar para con sus semejantes, a quienes les dirigía la palabra con  gritos estridentes, por lo que le valió el mote de “el corneta”.
No obstante las múltiples recomendaciones y súplicas de su madre, “el corneta” permanecía hasta altas horas de la madrugada fuera de su hogar, retornando en estado de embriaguez.
En 1972 “el corneta” continuaba con su vida desordenada y uno de tantos días se mantuvo en “el barrio de los aguajes” ingiriendo bebidas al lado de distintos acompañantes, avanzada la noche decidió retornar a su domicilio por la llamada “bajada del chico”, calle Constitución, camino más corto a su hogar y lugar poco transitado a esas horas.
Habían transcurrido algunos momentos de iniciadas las labores en las oficinas municipales cuando se presentó un individuo declarando que al transitar por el espacio del río San Juan se acercó para ver la caída del agua conocida como “el chorro” observando, en su margen oriental y en dirección del paredón de aproximadamente veinte metros a plomo, a una persona, que al parecer había sido accidentada. 
De inmediato, representantes de la autoridad se trasladaron al lugar de los hechos y se constató que la persona accidentada era “El Corneta”, quien en lugar de piernas normales tenía dos voluminosos y trasparentes montículos de carne de donde brotaban huesos astillados. Al constatar su lucidez mental se le interrogó sobre las causas del accidente o en su caso el posible responsable del mismo, sólo se limitó a declarar que al caminar por la prolongada pendiente de la calle y que por su estado de embriaguez le parecía nunca llegaría al extremo contrario, invocó al “diablo” para que le auxiliara en su trayecto, apareciendo sobre su cabeza un enorme pájaro, semejante a un murciélago, que agitaba sus alas produciendo un aterrador sonido, sujetándolo con sus patas y lo llevó por las alturas.
Ante tan increíble espantajo no pudo pronunciar palabra de auxilio, sólo se movía en su cuello un cordón de donde pendía la imagen de un crucifijo acompañada de otra con la Virgen del Carmen, las que mostró sujetas con gran fuerza en su mano derecha y que al exponerlas a tan horripilante espectro fue liberado de sus garras.
Ignoró el tiempo en que permaneció sin sentido y en su retorno a la normalidad, ante la falta de orientación sobre el lugar en que se encontraba sólo dio unos pasos y se precipitó al barranco.
En la vivienda más próxima al lugar de los hechos radicaba una ancianita que carecía de familiares y quien al ser interrogada sobre alguna pista para esclarecer lo ocurrido sólo mencionó haber escuchado, muy de madrugada, el paso de un borracho quien gritaba algunas maldiciones y a los pocos momentos un extraño ruido como si fueran unos cueros grandes y secos que se agitaban en el aire, posterior a esto todo quedó en la normalidad.
A pesar de los esfuerzos médicos “el corneta” no volvió a pronunciar palabra durante las 24 horas siguientes, en las que permaneció con vida, solamente en sus ojos, gigantescos y desorbitados, mostraba su pavor y espanto. La causa de su muerte fue certificada por el galeno como “tétanos fulminante”. 














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