LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición anterior
LA MUERTE ÉPICA DEL GRUPO DE NATIVIDAD AGUILAR
Fueron en un momento preparados los caballos para la marcha, e instantes después, casi a galope, arma en mano, corrían todos al lugar de los sucesos.
Y no anduvieron mucho; pues el enemigo ya había pasado de Santa Elena y avanzaba rápidamente hacia Zapotitlán, Jal. Allí, en pleno camino, a pecho descubierto unos y otros, se entabló nueva lucha; los callistas invasores fueron vencidos y, en precipitada huida, se les hizo retroceder.
Fue tal el pavor que quiso Dios infundir en las tropas callistas, que ni siquiera se detuvieron en el pueblo de Tolimán, Jal., perfectamente defendido, y en donde habían acampado el primer día antes del ataque, sino que siguieron de paso hasta la ciudad de San Gabriel, Jal., distante casi cincuenta kilómetros del lugar del combate, llevando treinta bestias cargadas, con dos muertos cada una; pues no se detuvieron ni para sepultarlos.
Cuando los libertadores llegaron a la barranca y estuvieron en el lugar en que Natividad Aguilar y sus compañeros habían combatido, se encontraron con un doloroso e inesperado cuadro: cubiertos de sangre y tierra, se encontraban aquellos venerables cadáveres con huellas evidentes, o de suplicios que les dieron antes de morir, o de la saña que sobre ellos desahogaron, ya difuntos: algunos tenían cortadas las orejas; otros, arrancada la piel de las manos, pies y rostro, como que habían sido arrastrados sobre las duras piedras, y dos estaban casi despedazados, del pecho y el vientre, como si sobre ellos hubiesen los enemigos hecho bailar sus caballos.
Días antes de este episodio, Zeferino Olivares, uno de aquellos nueve valientes, había dicho a sus compañeros:
Cuando, yo muera, busquen mi máuser cerca de donde quede mi cadáver: porque, con la ayuda de Dios, esta arma no caerá en poder de los enemigos.
Y así fue: casi a un paso de donde yacía muerto, se encontró sepultado el rifle, con el casquillo del último cartucho quemado, aún dentro de la recámara, seña evidente de que aquellos macabeos lucharon hasta que quedaron absolutamente sin parque. Este rifle era uno de aquellos 5 rifles alemanes regalados por el Sr. Schonduve.
CONTINUARÁ......
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