LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA,Libro Primero capítulo Séptimo “EL LUTO NACIONAL”
En el 31 de julio llegó, para toda la Nación Mexicana, la hora dolorosísima que en cuatro meses hacía había llegado para Colima: la suspensión del culto público; hora de angustia inmensa, de fervor intenso y de muchísimas lágrimas.
En todo México se lloraba con desgarrador grito. Y, desde aquel día, el cuadro del Estado de Colima fue el cuadro de toda la Nación: luto, plegarias y entusiasmo heroico por la defensa de la libertad religiosa; boycot y nutrida propaganda para preparar al pueblo.
La Liga Defensora de la Libertad Religiosa fue entonces la organización providencial que agrupó en su seno a todo elemento católico de la Nación. Gracias a su disciplina el pueblo católico se movía como un solo hombre.
Así se organizaron tan hermosamente las gigantescas manifestaciones de fe en los días de
Cristo Rey y de la Sma. Virgen de Guadalupe, en ese año de 1926; manifestaciones jamás vistas que hicieron estremecer de furia a los tiranos en medio de su imponente poderío. Así se lograron recoger, en un corto espacio de tiempo, cerca de dos millones de firmas que respaldaban un memorial que el Episcopado Nacional envió a las Cámaras Legislativas
pidiendo la reforma de la Constitución, memorial que fue recibido con rechiflas por los diputados. ¡Y los cien cajones que contenían los pliegos de las firmas, ni siquiera se abrieron! ¡Qué bien cumplía aquel Régimen Revolucionario con su misión de gobernar en nombre del pueblo!
ORGIAS SACRILEGAS
En tanto los perseguidores reían y celebraban festines, congratulándose mutuamente por haber puesto su bota infame sobre el pecho de la Santa Iglesia a la cual esperaban aplastar de un todo.
Hubo entonces orgías infames en donde se blasfemó horriblemente contra Cristo. En Guanajuato -lo refirió la prensa- un general del Ejército, después de perorar sucia y procazmente, como no podía hacerlo sino un endemoniado y después de gritar contra Cristo y contra la
Inmaculada Virgen, con vocablos inmundos, principió a clamar a Lucifer por quien brindó entre los gritos de aprobación de muchos: ¡Muera Cristo! ¡Abajo Cristo! ¡Aplastemos para siempre a Cristo! ¡Nuestro dios sea Lucifer! ¡El sea nuestro jefe! ¡Arriba Lucifer! ¡Viva Lucifer! ...... Continuará
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