viernes, 14 de julio de 2017

Los Cristeros del Volcán de Colima; Las ruinas de caucentla

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMACrónica del 27 de abril al 2 de agosto de 1927LAS RUINAS DE CAUCENTLA

Más tarde estas concesiones fueron más amplias: los fieles, aun los sanos, podían por sí mismos, a falta de sacerdote, tomar con su propia mano la Sagrada Comunión, en la mañana, en la tarde o en la noche, aun sin estar en ayunas.
Así había obrado la Iglesia, allá hace veinte siglos, en tiempo de las catacumbas de Roma, a fin de que los Mártires pudieran recibir la Sagrada Comunión. Así mismo había sido concedido en Francia a los cristianos fieles, cuando la era de terror y de persecución de la Revolución Francesa. Y así fue concedido a México, la nación de los Mártires de Cristo Rey.
EN LAS RUINAS DE CAUCENTLA.
EL PERRO MISTERIOSO
De la hacienda de Buenavista pasó la columna cristera, al lugar que había ocupado su viejo campamento de Caucentla, del cual sólo quedaban las cenizas. 
Fue en estos días cuando pudo darse sepultura a los cadáveres de los cuatro libertadores cristeros que habían muerto en el combate anterior y los cuales estaban ya en horrible descomposición; pero íntegros, lo cual causó sorpresa, porque en esas regiones, apenas queda al descubierto algún cuerpo muerto, inmediatamente comienza a ser devorado por los perros, los cerdos o al menos los zopilotes que nunca faltan. Ahí había un singular custodio: un pequeño perro que corría de aquí para allá sin cesar, ladrando y abalanzándose sobre todo aquel animal que pretendía acercarse a los cadáveres de los soldados de Cristo.
Cuando los libertadores llegaron, el perrito los recibió con mil halagos, corría y saltaba meneando la cola lleno de contento. Sepultados los cadáveres, el animal se retiró. Una circunstancia: aquel perro no había comido en aquellos días, estaba completamente flaco y' a pesar de su hambre verdaderamente canina, ni comió de aquellos cuerpos, ni los abandonó para ir en busca de alimento.
De aquellos cuatro cadáveres insepultos, uno, como ya se dijo, era el de Carlos Zamora, quien, con su hermano Juan, militaba en las filas cristeras de Caucentla. Otro de ellos era de un chofer de Colima, vulgarmente conocido con el apodo de Cajetas....................   CONTINUARÁ




















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