martes, 28 de febrero de 2017

Los Cristeros del Volcán de Colima, concluye crónica del 6 al 27 de abril de 1927

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
EQUIPO CRISTERO DE AQUELLOS DÍAS
Crónica del 6 al 27 de abril de 1927
Viene de la edición anterior

El principal contingente humano de este Ejército estaba formado por muchachos honrados y pacíficos que nunca habían tenido ni siquiera una pistola, campesinos humildes y piadosos; pero que al ver pisoteados los derechos de la Iglesia y los más nobles sentimientos de su corazón, se decidieron a la lucha, como el único recurso que restaba, para detener los avances de la más inhumana e impía de las tiranías. El 80% de estos soldados cristeros lo componían jóvenes de los 15 a los 20 años. 
El 20 por ciento restante estaba compuesto por jovencitos -niños verdaderos- de 14, 13 y aun de 12 años y por algunos mayores de veinte.
Los hombres maduros, mayores de 35 años, en todos los campamentos cristeros de Colima, bien podían contarse con los dedos de las manos, porque eran pocos; pues aunque al principio, indistintamente, jóvenes y mayores se alistaron, sin embargo, estos últimos poco a poco se fueron segregando de la columna de los soldados, para integrar otras comisiones, sea de abastecimiento en los poblados,
sea de vigilancia y cooperación, formando así una verdadera quinta columna, que no únicamente existía en todas partes, sino que en muchos poblados, formaba el 100% de sus habitantes.
En cuanto a armamento, se juntaron todas las armas que en las rancherías del Volcán pudieron encontrarse: unas buenas, otras malas, otras en estado regular; pero casi todas eran las que nuestros improvisados soldados libertadores, en tiempos de paz, habían usado para la cacería. 
Aquel arsenal estaba compuesto de carabinas calibre 8, 32-20, 44 ó 30-30, carabinas retrocarga o de petardo y taco; pero, en los primeros días, ningún máuser, ni siquiera viejo o en mal estado y, por lo general, con ocho o diez cartuchos cada una solamente, porque ya, desde hacía largo tiempo, en Colima y Jalisco, se había prohibido la venta de parque. Otros traían alguna arma corta, por lo general inadecuada, o demasiado chica, o demasiado vieja y en malas condiciones. 
Este era el armamento de aquellos que se consideraban felices por llevar alguna arma de fuego; porque, en aquellos días, la mayoría de los muchachos que habían dado su nombre al Ejército Nacional Libertador, no traía sino algún machete o cuchillo.
Concluye crónica del 6 al 27 de abril de 1927.





















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