El Comala de Hoy: Don Sergio Rodriguez en la Hermandad desde los 5 años de edad

lunes, 27 de febrero de 2017

Don Sergio Rodriguez en la Hermandad desde los 5 años de edad

DON SERGIO RODRÍGUEZ COVARRUBIAS MIEMBRO DE LA HERMANDAD DEL SANTO ENTIERRO DESDE LOS 5 AÑOS DE EDAD

Nuestro lindo comala es forjado por las herencias, costumbres y tradiciones que hemos recibido de nuestros padres y es una característica esencial de las familias que conforman este pueblo.

La cuaresma inicia con el miércoles de ceniza y la comunidad católica Comalteca se regocija en las actividades del grupo parroquial de la Hermandad del Santo Entierro, quienes son los encargados de dar seguimiento a una costumbre de los ritos religiosos y rezo de once en los viernes de la cuaresma, y que es heredada de padres a hijos por generaciones hasta nuestros días, porque en su familia recibieron algún favor celestial.

En este contexto entrevistamos a Don Sergio Rodríguez Covarrubias elemento de esta organización que tiene la responsabilidad de llevar a cabo los trabajos para los adornos cuaresmales y ritos religiosos en nuestro templo de san miguel del espíritu santo y culmina con el novenario del rosario pascual después del domingo de resurrección.

Dijo que inició en la hermandad a la edad de 5 años aproximadamente., porque a esa edad como todos los niños juegan por doquier y recuerda que había por el pueblo un albañil de nombre J. Guadalupe Orozco con su peón que andaban haciendo banquetas

y en su curiosidad infantil se le acercó para preguntarle, ¿Esa bolsa es el cemento? Y el albañil le acercó a la cara la bolsa y la sacudió llenándole los ojos del polvo, que le ardieron mucho y se fue llorando con su mamá y duro varios días con los ojos irritados por el cemento y su mamá en una visita al Señor de la expiración del Rancho de Villa, le prometió “una manda”, de apuntarlo como “Hermano del Santo Entierro” para que se recuperara y le vino la salud. Desde ese tiempo colabora y da seguimiento a esta hermosa costumbre.

Agrega que de pequeño su mamá pagaba porque le trajeran el tercio de palmilla y cuando creció se sumó a las actividades de este grupo parroquial., actualmente tiene 83 años y 78 de pertenecer a la Hermandad.

Dijo que en ese tiempo iban a traer el tercio de palmilla a pie, porque las barrancas y arroyos cercanas al rancho de Padercitas y de Rendón tenían mucha y desde ahí se surtían las necesidades de todos los viernes. Ahora por la expansión urbana y crecimiento poblacional se acude hasta Cofradía, Suchitlán, Rancho de Agosto, El Naranjal, Rancho de Villa de Nogueras, y otros lugares según el responsable de cada viernes.

Recuerda con nostalgia que la fiesta o comida del domingo de resurrección, se hacía en una casa de la calle Pípila, (frente al Templo del Carmen), ahí se juntaban los hermanos para comer albóndigas; unas riquísimas bolas de carne cocidas con mucha yerbabuena y chile verde. En ese tiempo eran pocos., no recuerda quien era el presidente de este grupo parroquial, tampoco había menudo, pepena, barbacoa, mucho menos birria. Esa comida era de alguna forma un agradecimiento del pueblo a los miembros de la hermandad por su trabajo y dedicación de los 40 días de la cuaresma.

Recuerda que inicialmente fue integrante del viernes, en que el jefe de grupo era “Chabelo Zamora el Huarachero”., dijo, nosotros le dábamos el dinero para el tercio y el pagaba mozos para atender los adornos del templo, para que el pueblo diera curso a los ritos religiosos cuaresmales.

De la familia de mis padres solo a mí me apuntaron, por la manda que mi madre le pidió al señor del rancho de villa para que me curara de mis ojos, por lo que ninguno de mis hermanos se anotó, aunque sé que, de alguna u otra manera pueden apoyar a esta tradición de valores tan positivos para nuestra sociedad.

Agrego que con el tiempo tuvo la oportunidad de formar parte de la directiva que encabezo por más de 20 años como presidente Don Francisco González Amezcua, a quien la gente le tuvo un aprecio especial por su dedicación y entusiasmo para motivar a la gente en este grupo.

Espera que algunos de sus hijos se empiecen a interesar para que sigan esta tradición, pero esto solo Dios sabe, porque cada uno está metido en sus trabajos y como ya están casados, ellos saben si se apuntan con este compromiso o no; ¡¡ya están grandes!!!