miércoles, 31 de agosto de 2016

El Espíritu de los Nuevos Cruzados, Los Cristeros del Volcán de Colima

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMAEL ESPIRITU DE LOS NUEVOS CRUZADOSHechos del 6 de  enero al 27 de abril de 1927Viene de la edición anterior

EN TONILA, JAL.
Todavía no amanecía cuando el coche Dodge de Alfredo Blake estuvo en Tonila con sus tripulantes y los objetos que llevaban: Frente a la plaza, en medio del portalito, en la casa que era en aquellos días de las hermanas Carmen y Melania Meillón, parientes cercanas de Dionisio Eduardo Ochoa, el coche se detuvo. Dionisio se adelantó y tocó la puerta. Esta se abrió y con un cariñoso abrazo se le recibió, pues allí se le tenía mucho cariño.
Vengo yo y vienen otros muchachos conmigo. Y traemos unas chivas bravas, dijo Dionisio con su espíritu festivo, aludiendo a las armas que llevaban y a la caja con dinamita.
Entrados los tres jóvenes a la casa de la familia Meillón, el coche de Blake partió de regreso, llevando a José Ray Navarro. José Ray Navarro, en los planes de Dionisio Eduardo Ochoa, quedaría en Colima, de apoderado de ellos, para arreglar todo lo que fuera menester.
Allí en Tonila, en aquella misma mañana, les deparó el cielo un primer compañero: don Pedro Ramírez, hombre que era de buena influencia en todos aquellos contornos, sobre todo entre los rancheros de las faldas del Volcán; católico de reconocida confianza, presidente del Comité Local de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa en el pueblo de San Jerónimo, Col., de donde era nativo, y que aun había estado en la prisión de Colima, semanas hacía, por motivo de sus actividades en favor del boicot y por sus protestas contra la tiranía. El les llevó a su casa, les abrió los brazos, los hospedó, con todo cariño, ofreciéndose para ayudarles cuanto necesario fuese.
Allí también les dio el Señor un nuevo compañero de ideales y de lucha: Miguel Anguiano Márquez, joven seminarista y de la A C. J. M., de unos 18 años de edad, que había sido, meses hacía, con anterioridad a Antonio C. Vargas, Jefe Local, en la ciudad de Colima, de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa; pero un día, como ya se dijo en la primera parte de este libro, había sido tomado preso a bordo del ferrocarril, cuando repartía unas hojas de propaganda y llevado preso a Zapotlán, Jal. (Ciudad
Guzmán). Libertado allí por influencias de destacados miembros de la Sociedad, pertenecientes a la misma Liga, se había marchado a Guadalajara, Jal., de donde regresó a los pocos días para radicarse en Tonila, Jal., y desde allí continuar ayudando a los colimenses en sus luchas. Eran ya, pues, cuatro los soldados de Cristo, quienes con todo empeño comenzaron a propagar, aún sin salir de Tonila, la nueva y magna cruzada de Cristo Rey.
Continuará..




















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