LA VIRGEN QUE CRECE
Por Rubén Jaime Valencia Salazar
Don Nacho Rolón, jefe de una de las familias que hace más de 150 años llegaron a radicar en un predio que posteriormente se le denominó “El Remudadero”, realizaba la recolección de troncos de árboles secos para ser utilizados en el fogón y preparar los alimentos, entre éstos encontró uno que semejaba a la Virgen de Guadalupe, optando por separarlo y conservarlo dentro de una caja de, aproximadamente, 30 centímetros de largo.
A la muerte de Don Nacho el madero fue conservado por su hijo Eleuterio y algunos años después el Sacerdote Irineo Fuentes Fuentes fue enterado de que el tronco había ido aumentado, paulatinamente, su largor, por lo que con la anuencia de “Tello” lo trasladó a la Capilla de la comunidad en donde permanece y es objeto, cada día doce, de actos especiales concurriendo crecido número de fieles de la región para dedicarle sus oraciones, súplicas o ruegos y aliviar sus carencias, así como para depositar el testimonio de gratitud por el favor recibido.
Los años han transcurrido y aquel madero que Don Nacho escapó de ser devorado por las llamas del fogón mide más de un metro, por lo que los vecinos de El Remudadero y Fieles concurrentes a su Capilla le conocen con el nombre de “La Virgen que crece”.
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