LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMASpectador, libro quinto, capitulo octavo; Florecen y se multiplican los mártiresde agosto a diciembre de 1927. Las acciones de los cruzados cristeros.
GIRA DEL GENERAL ANGUIANO MARQUEZ
Durante este mes de diciembre el Gral. Anguiano, nuevo jefe de las fuerzas libertadoras colimenses, pasó a la región de El Naranjo y Vallecito de Cristo Rey en cerro de Las Higuerillas, a visitar aquellos grupos, pasar revista y dar algunas instrucciones y órdenes personales, completando así la obra que había quedado cortada con la muerte del Gral. Dionisio Eduardo Ochoa; mas antes de partir, apenas descansando un poco los soldados libertadores del rudo combate de la hacienda de Colomos, Col., quiso el Gral. Miguel Anguiano Márquez hacer una concentración militar de las fuerzas de los campamentos del Volcán, la cual tuvo verificativo en la tarde del día 3 en Lo de Clemente, aquel mismo lugar de las faldas del sur del Volcán en donde el 31 de enero, cuando la vida bélica se iniciaba, fueron nuestros novatos cristeros atacados por vez primera por las fuerzas militares de la plaza de Colima, al mando del Gral. Callista Talamantes y en donde hubo el primer muerto en combate en las filas de la Cruzada de Cristo Rey, el joven Plutarco Arreguín y el primer herido, el soldado cristero Daniel Magaña, que aún vive.
El entusiasmo de aquella multitud de fogosos guerrilleros era grande. El Gral. Miguel Anguiano Márquez los exhortó a la unión, a la valentía, al sacrificio, en patética arenga militar. También el Padre capellán Don Enrique de Jesús Ochoa les habló alentándolos y encareciéndoles la conducta digna y cristiana, como correspondía a su misión de cruzados de Cristo Rey.
Para esas fechas, las muchachas de las brigadas femeninas de Guadalajara, Jal., habían mandado hacer, como regalo para los cristeros de Colima, unos fotobotones con el retrato del extinto querido jefe Dionisio Eduardo Ochoa, iniciador de la cruzada en Colima. Todos recibieron con mucho beneplácito el foto botón de su Gral. Ochoa difunto, cuyo recuerdo les seguía siendo muy querido.
Tampoco faltó en esta concentración el acto más importante desde el punto de visto religioso: la Santa Misa y la Comunión general de toda aquella grande multitud de cruzados de Cristo Rey. Este acto se celebró en la capilla vecina de El Naranjal, Col.
El día 5, poco antes del mediodía, el Gral. Anguiano Márquez, acompañado del Padre capellán y de la escolta de la Jefatura, se despidió de aquellos soldados y emprendió el viaje rumbo a la hacienda de El Naranjo.
Esa noche durmieron en Buenavista. El día siguiente tocó al buen amigo el caporal don Ignacio González, recorrer la zona, hasta el río de El Naranjo, para reconocerla y ver si no había grupos de enemigos, fuesen escoltas de soldados de línea, fuesen agraristas. El informe fue sin novedad y, en la noche de ese mismo día 6, se continuó el camino a través de los extensos llanos que hay entre la vía del ferrocarril y la hacienda de El Naranjo. La noche era diáfana. Una luna llena iluminó el camino a nuestros viajeros.
El día 7, por la noche, se estaba ya en el cerro de Las Higuerillas, en el campamento que los cruzados llamaban Vallecito de Cristo Rey. Allí se celebró, hermosa, la fiesta de la Inmaculada, al día siguiente.
Pasada la fiesta religiosa del día de la Inmaculada, el Padre Ochoa, con José Verduzco Bejarano y dos soldados más, partió hacia la lejana sierra del Cocoyul en donde habitaba, en una choza de la montaña, el anciano Obispo de la Diócesis, Excmo. Señor Velasco.
Continuará
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