jueves, 28 de marzo de 2019

Los Cristeros del Volcán de Colima, "el interrogatorio del joven Tomás de la Mora"

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
“SPECTADOR”  
LIBRO QUINTO, CAPÍTULO SEGUNDO; de los primeros de agosto a diciembre de 1927)  EL JOVEN EUCARÍSTICO TOMAS DE LA MORA

EL INTERROGATORIO
En presencia del general Flores que lo juzgaba, se portó tan admirablemente como aquellos célebres mártires de los primeros tiempos del Cristianismo.
Flores fue en Colima duro e impío. A los católicos los trató generalmente no sólo con rigidez militar, sino con inhumanidad.
- Eres un mocoso -le dice el militar-, tú no eres capaz de nada; tienes que decirnos quién es el que te aconseja.
- No diga usted -responde Tomás de la Mora- que soy un mocoso, porque yo sé muy bien lo que hago: nadie me aconseja.
- Mira -se le replica-, si nos dices lo que sabes acerca de quiénes son los comprometidos con los cristeros, te perdonamos la vida, te damos en libertad.
- Será en vano -contesta Tomás con santa indignación-, porque si hoy se me deja libre, mañana continuaré trabajando y luchando por Cristo, en unión de mis compañeros: el luchar por la libertad religiosa es un deber de todo verdadero católico.
- Bueno -dice el general Flores-, tus expresiones indican que tú sabes perfectamente quiénes son los que ayudan a los cristeros. Además, las cartas descubiertas indican que tú tienes la clave de todo. ¿No es así?
Tomás quedó en silencio.
- Habla -dice colérico el militar-. ¿O no sabes nada?
¿Lo niegas? Mira, mira tus cartas, aquí están.
- Sí, sé todo; pero no me arrancarán una palabra; no diré nada. Mejor acepto la muerte.
- Eres un mocoso, no sabes lo que es la muerte -dice ya irritado el general-. Contesta pronto lo que te preguntamos. ¿Quiénes son los que ayudan a los cristeros?
- Ya dije que no diré. Si usted dice que no sé lo que es la muerte, porque no me he muerto ni una vez, usted tampoco lo sabe, porque no se ha muerto nunca.
- No pierdas tiempo, muchacho.
- No lo pierda usted, general -contesta el santo joven-. Ya he dicho a usted que yo no diré nada; estoy dispuesto a sufrir la muerte antes que ser traidor a la causa de los que luchan por Cristo. Con gusto muero; amo mi religión y ofrezco por ella mi vida. Usted no conoce lo que es la religión, y por eso la persigue; pero yo sí la conozco y la amo. Si usted la conociera, también la amaría.
- Piensa bien lo que dices.
- Ya lo he pensado todo.
Muy larga y acalorada fue la disputa. Se trató de intimidarle; después se le ofreció la libertad y, no bastando esto, se le hicieron halagadoras ofertas; mas todo rechazó el joven mártir con santa y viril indignación.
- Pues bien -terminó el general Flores-, ya que todo rechazas, te haré ahorcar esta misma noche.
- Muy bien -contesta Tomás de la Mora-, solamente concédame una hora para prepararme a la muerte ... CONTINUARÁ... 
PREPARACIÓN PARA MORIR





















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