LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición anterior
Libro Segundo Capitulo Tercero
Al estallar el movimiento armado en colima,
Se aprehende a los sacerdotes y los asesinan
En la casa habitación del entonces Pro-Vicario de la Diócesis se presentó, en las primeras horas de esa mañana, el Padre Ochoa, a la sazón Pro-Secretario del Gobierno Eclesiástico.
- Señor -le dice-, vengo a comunicarle cosas nuevas y tremendas -y le narró, en voz baja, lacónicamente, lo que había-.
Además, anoche -dijo- la jefatura de operaciones recibió la noticia, por telégrafo, de que son varios los levantamientos armados de católicos en lugares distintos de la República y de que se teme que éstos se generalicen.
Aún más: el general jefe de las operaciones militares en el Estado recibió instrucciones de que al primer brote de movimiento armado se proceda inmediatamente a la aprehensión de todos los Sacerdotes.
Y los muchachos salen mañana jueves por la madrugada y van con la intención de dar muestras de vida bélica en cuanto les sea posible. Esto podría ser mañana mismo.
El anciano Sacerdote don Luis T. Uribe, con sus ojos grandes, sombreados por gruesas cejas, mirando fijamente, no contestó nada al Padre don Enrique de Jesús Ochoa, su secretario.
- ¿Gusta Ud. -continuó entonces el Padre Pro-Secretario que diga algo a los Padres, para que sepan y estén prevenidos? Porque ellos están ignorantes de todo esto que se prepara y pueden no sólo tomarlos presos, sino asesinarlos, haciéndolos desaparecer, como en todas partes están haciendo los perseguidores.
En los ojos del Sr. Uribe, Pro-Vicario General, por un momento apareció la inquietud, la indecisión. Luego, resuelto y meneando la cabeza, dijo con seguridad:
- No, compañero, no avise a nadie.
- ¿Y si mañana -replicó de nuevo su Padre secretario-, desprevenidos al estallar el movimiento armado en Colima, se aprehende a los Sacerdotes y los asesinan?
- No los han de asesinar a todos. Cuando mucho lograrían aprehender a uno o dos, o a dos o tres, a lo sumo. Con eso tienen los demás para que, sin ninguna recomendación nuestra, se escondan de por sí. Menos mal es que maten a uno, o dos, o tres de nosotros, que el que por alguna indiscreción de alguno de los nuestros o de sus familiares vayan a coger a estos muchachos de alma tan cristiana, tan grande y tan heroica. y los asesinen, y este movimiento tenga un tan tremepdo fracaso al iniciarse, por culpa nuestra. Ud. y yo vámonos limitando a hacer mucha oración por estos muchachos que se van a esta aventura heroica y también por nuestros compañeros Sacerdotes. Y a nadie diga nada.
-Muy bien, Señor........ CONTINUARA
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