viernes, 30 de julio de 2021

Los Cristeros del Volcán de Colima. Ataque al cuartel de la Yerbabuena y profanaciones indignas.

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Spectador, libro sexto, capitulo cuarto, NIEBLA DE INVIERNO (Enero a abril de 1928)
“ATAQUE AL CUARTEL DE LA YERBABUENA Y PROFANACIONES INDIGNAS”.

El coronel Salazar, que estaba entonces al frente de las fuerzas cristeras del cuartel de "La Mesa de los Mártires", porque el general Michel se encontraba en esos días en Cerro de Villa, estribaciones, como hemos dicho, de la serranía de Cerro Grande, cerca de El Paso de Alcececa, Jal., temió el ataque, porque juzgó no poder resistirlo y, no obstante las magníficas posiciones y olvidando, que sobre todo el auxilio de Dios, nunca les había faltado a los cristeros cuando en él habían confiado, ordenó la evacuación y antes de que se cerrara el círculo enemigo, salió para Cerro Grande. 
No quedó en el viejo cuartel solo; sino el valiente capitán Ramón Cruz, al frente de siete o nueve soldados, para resguardar la salida de las familias que allí había y las cuales huyeron hacia las arideces del cono riscoso del Volcán. ¡También la fe y espíritu primitivos habían menguado en aquellos días!
Al tercer día, o sea el 27, los generales callistas Pineda y Avila Camacho entraban al campamento de la Mesa. Componían sus tropas más de mil hombres. El libertador Ramón Cruz, que sólo contaba con aquellos siete o nueve cristeros, no vaciló en hacer frente a tantas fuerzas; resistió por unos momentos y logró hacerles unos veinticinco muertos. De los libertadores, contando los que murieron en el tiroteo y los que fueron aprehendidos y matados aisladamente en aquellos días, sólo se registraron cuatro bajas.

PROFANACIONES INDIGNAS

Al entrar al campamento evacuado, descargaron aquellos hombres su saña en la humilde capilla, centro de vida religiosa para toda la comarca, en las cruces que encontraron, a su paso y, sobre todo, en el para los cristeros tan venerado cementerio, donde "despedazaron el monumento del sepulcro de Dionisio Eduardo Ochoa", y hubiesen profanado sus restos, si el general Pineda, con espíritu de cordura y haciendo prevalecer sus derechos, porque ya allí era territorio de Colima, no lo hubiese impedido.
Termina capitulo 4; continua capitulo 5 













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