lunes, 29 de abril de 2019

Los Cristeros del volcán de colima, Brigadas Femeninas

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
“SPÈCTADOR”  
LIBRO QUINTO, CAPITULO TERCERO;  
(De agosto a diciembre de 1927)
“FLORECEN Y SE MULTIPLICAN LOS MÁRTIRES”

“LAS BRIGADAS FEMENINAS”
GUADALAJARA CONTESTA
Con fecha 15 de agosto -vimos en el Capítulo I de este Libro V- Dionisio Eduardo Ochoa había escrito, por conducto de la audaz mensajera María de los Angeles Gutiérrez, al jefe civil del movimiento cristero en el occidente de la República, sucesor de Anacleto González Flores, el cual, según narraba ella, era un joven acejotaemero venido a Guadalajara, Jal., de la ciudad de México, con el carácter de delegado del Comité Especial de Guerra de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. Su carta, llena de fe y lealtad cristiana, y en que expresaba no sólo su reconocimiento y adhesión a esa Jefatura, sino su anhelo de marchar en íntima armonía con él, la conocen nuestros lectores en sus conceptos principales.

También en esa ocasión -el día 15 de agosto-, el general Dionisio Eduardo Ochoa y María de los Angeles Gutiérrez habían hablado de las Brigadas Femeninas, organización nacida para proveer, ayudar y auxiliar a los cruzados combatientes, en todo lo que fuere necesario. Angelita ya pertenecía a esa Institución que secretamente funcionaba, a semejanza de la famosa U de donde había nacido. Y se trataba, por lo que veía a Colima, no sólo de organizar debidamente el pequeño grupo de muchachas heroínas que, con sede en Guadalajara, Jal., se ocupasen de auxiliar a los cristeros colimenses, sino de la fundación de las Brigadas en esta misma ciudad de Colima.
Y la respuesta no se hizo esperar. En los precisos días en que era aprehendido y moría el mártir de Cristo Tomás de la Mora, llegaba a Colima la jefa de todo el movimiento femenino del occidente de la República, señorita Sara Flores Arias, acompañada de Angelita Gutiérrez. Se alojaron en el hotel Fénix, propiedad entonces de la señorita Leonor Barreto, en cruzamiento de calles Madero y Filomeno Mata. Esos días, sobre todo el 27 y el 28, fueron para la sociedad católica de Colima, de angustia, de expectación, de fuego. Colima ardía: de un lado el odio de los malos; del otro, la zozobra del pueblo creyente fiel. Porque no únicamente
Tomás de la Mora fue aprehendido, sino que fueron arrestados muchos de los señores colimenses más representativos, como don Luis Brizuela, don Leopoldo Rubio y otros muy distinguidos. Porque, aunque Tomasito inmediatamente declaró que aquellas cartas que habían caído en manos de los perseguidores habían sido escritas por él, sin embargo, quedaba el problema de quiénes eran aquellos amigos del Movimiento Cristero que estaban cooperando eficazmente desde Colima y que el joven de la Mora nombraba, en clave que sólo él y el Gral. Ochoa conocían, y con relación a los cuales Tomás cerró herméticamente su boca sin declarar ni una sílaba., Continuará.
















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