EL PERRO DEL DIABLO DE LA PEDREGOSALeyendas que cuenta nuestra gente
Don Francisco Guzmán actualmente tiene su domicilio en la colonia Celsa Virgen de Díaz y es un hombre bastante conocido en nuestro municipio, porque ha participado en grupos de apoyo a nuestra gente, lo cual le da un cúmulo de amistades, por doquiera que se le vea.
Don “Chico Guzmán” tiene sus reales por la vecina comunidad de la Caja, por donde sus ancestros tuvieron la oportunidad de desempeñarse en las labores agrícolas y desde muy pequeño, le toco entrarle duro a la chamba para contribuir con ello con el sustento familiar.
Nos comentó, que, siendo muy joven, entre 16 y 17 años, cuando andaba noviando, le tocó asistir a un baile en una de las nacientes colonias de Colima, recuerda que era la noche de un día 4 de octubre, se fue en un macho que ensillo desde la caja a Colima y después de que se divirtió hasta pasadas las una y media o dos de la mañana, decidió retornar al “Rancho de la Caja”, porque su padre le había dicho, que lo esperaba para salir a las 7 a más tardar al campo a chambear.
En su regreso desde Colima, era una noche “muy oscura y no se vislumbraba nada, solo se escuchaba el eco de los pasos del macho sobre el duro suelo” tomó el camino viejo de los mezcales a la Caja y más o menos como a la altura de la bajada de la pedregosa, que se encontraba a partir de donde está el falsete de la entrada actual al “Rancho del Paletero”, hacia el arroyo, donde la oscuridad era más densa y “no se escuchaba ni el ruido de los grillos, menos de las chicaltocas”, apresuró por la pedregosa su macho y de pronto escuchó pasos adelante, como que venía espueleando otro jinete y se dijo para sí mismo, “ya viene alguien”, y saco un cigarro para prenderlo con un cerillo, lo cual; nos cuenta que le ocasionó que, el brillo de la pólvora del cerillo al encenderse, lo encandiló de tal manera, que se sintió medio ciego y se sostuvo en el macho, que a su vez, se paró y quiso regresarse por el camino; porque a un costado como de unos 3 o 4 metros se encontró un gran perro negro, como un becerro de lo grande, con unas fauces y colmillos amenazantes y los ojos como dos brazas del fuego que no se extingue y este se movía como a unos 50 centímetros de la tierra, flotando y se sacudía a su alrededor, asustando a su macho, que brioso quería huir de ese lugar y alejarse de esa infernal criatura, solo con la experiencia que da el manejo de una bestia, lograron mantenerlo y encaminarlo a la salida de ese lugar y pasando el arroyo, esa infernal criatura desapareció de su vista.
Añadió Don Chico Guzmán, que eso le ocasionó que se le trabaran las quijadas y las bebidas etílicas que había consumido en el baile, no le hicieron; porque de pronto sintió que no podía ni pasar saliva del susto., el cual le acompañó hasta que llegó al “Rancho de la Caja”, aproximadamente como a las 4 de la mañana y sus quijadas poco a poco empezaron a destrabarse y escucho en una de las casas, según creo era la de “Cuco Zepeda” que tenían música y había algunos amigos tomando y les pidió un traguito para el susto y le dieron puro alcohol con algunos gajos de naranjo y al tomarlo le andaba ahogando y entre ellos después se empezaron a pelear y fueron a caer donde tenía amarrado al macho, que se asustó y se fue solo a casa de su padre y después Don Chico llegó para la hora de salir a trabajar con su padre y hermanos a la faena del campo.
Agrega que después se fue a los EEUUAA a trabajar y cuando regresó a la caja, más o menos por el mismo horario, se volvió a topar con esa infernal criatura del demonio. Actualmente la nueva carretera pasa por el lado de abajo y la pedregosa ya no se transita; pero esos recuerdos vibran en su mente, con su encuentro con “EL PERRO DEL DIABLO DE LA PEDREGOSA”
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