miércoles, 27 de febrero de 2019

Los Cristeros del volcán de colima

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
El jóven eucarístico Tomas de la Mora
Crónica de los primeros de agosto a diciembre de 1927
Viene de la edición anterior

EL JOVEN EUCARÍSTICO

Todos los días recibía la Santa Comunión. Aun suspendido el culto, él tuvo la dicha de comulgar casi diariamente y aun de ayudar la Santa Misa, lo cual era en verdad gracia muy singular, pues en la ciudad, sobre todo, se extrema la vigilancia a tal grado, que era muy difícil que los fieles pudiesen frecuentar los Sacramentos. 
Sólo después, cuando la Santa Sede, con tan extraordinaria benevolencia concedió la gracia de poder comulgar a cualquier hora del día y aun sin guardar el ayuno natural, fue menos difícil y peligroso el recibir la Sagrada Comunión.
Tomás, aunque de los más jóvenes, era siempre el consejero de sus compañeros y amigos, y aun de sus hermanos mayores. Deseaba ser santo y una de sus más doradas ilusiones era el morir mártir.
Cierta ocasión, escribía a Lupe su hermana, residente en esos días en la ciudad de México, una bella carta que respira pureza y santidad, como todos sus escritos. He aquí algunos trozos:

Colima, 31 de mayo de 1926.

Querida hermana:

Te escribo de carrera, porque acabo de cenar y porque tengo que ir a un negocio ...
A pesar de ser tan tibios y tan poco virtuosos ... según pienso, esta persecución va a ser que México brille por la heroicidad de sus Mártires.
Tú que estás junto al Santísimo Sacramento (se refiere Tomás a que en la capital de la República aún no se clausuraba el culto público, como ya en ese tiempo acontecía en Colima), pídele que nos dé valor a todos los católicos para no flaquear. Ya no hemos de pedir que cese la persecución, sino que en cada católico haya un héroe, como en tiempo de Nerón.
No dejes de luchar por adelantar en la virtud; pues si no adelantas, con toda seguridad, retrocedes.
Ya se acabó el papel.

Tu hermano.

Tomás de la Mora.

En otra carta posterior decía:

¡Cuántos recuerdos lúgubres de nuestro finado abuelito (don Ignacio de la Mora, muerto hacía poco) entristecieron los días que permanecimos en este ranchito (el rancho de Las Trancas, no lejos de Ixtlahuacán, Col.), tan alegre cuando estaba cuidado por su anciano dueño! Con razón los santos desprecian lo terreno; pues las alegrías de hoy serán mañana recuerdos que dirán: Pronto morirás; es preciso, pues, que busques bien en la eternidad ...

Pide a Dios que sea un mártir.

Tomás de la Mora.

Y este pensamiento del martirio lo llenaba de entusiasmo: una ocasión, conversando con el Padre Ochoa, decía saltando de alegría y con el rostro iluminado por el contento:
- Los mártires son Santos, ¿verdad?
- Sí -se le respondió.
- Y si a nosotros nos matan por Jesucristo, ¿seremos mártires?
- El que da la vida por la causa de Jesucristo, es mártir -contesta el sacerdote.
- ¡Oh! -dice entonces y sus ojos brillaban por el regocijo-, ¡cuando por la causa de Cristo Rey nos ahorquen, entonces seremos mártires, entonces seremos santos!
El día 15 de agosto, día de la Asunción de la Santísima Virgen, asistió por última vez a la Santa Misa y recibió la Sagrada Comunión. Fue la Misa que celebró el Padre Capellán de las Fuerzas Cristeras Colimenses cuando, acompañando a su hermano el general Ochoa, estuvo en Colima en calle Venustiano Carranza No. 82.
CONTINUARÁ






















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