LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
“SPÉCTADOR” Inicia LIBRO SEXTO, CAPITULO SEGUNDO; (Niebla de invierno, de enero a abril de 1928);
“LA U; SOCIEDAD SECRETA”
LA PRIMERA SOSPECHA
Era el día 17 de ese mismo mes de enero. Miguel Anguiano Márquez vino de los campamentos del Volcán. Vino contento y trajo carta del Gral. Michel para el Padre don Enrique de Jesús Ochoa en donde le invitaba con instancia para que volviese de nuevo a los campamentos cristeros y fuese, como en tiempos de su hermano el Gral. Dionisio Eduardo Ochoa, el capellán de las tropas libertadoras. La carta estaba redactada con atención y cariño.
Mas en ese mismo día llegaban de Guadalajara Angelita Gutiérrez, la nueva jefa del grupo de señoritas de las brigadas femeninas que operaban en aquella ciudad en favor del movimiento de Colima y otras compañeras.
Ya hacía algunas semanas que ellas habían expuesto un problema serio para que aquí en Colima, de donde ellas dependían, lo resolvieran. Era éste: Las muchachas de las brigadas de Jalisco -decían- se han dividido en dos bandos: unas de parte del delegado del comité especial de la Liga en México y otras en favor de los jefes de Guadalajara. ¿A cuáles obedecemos? Unas y otras alegan sus razones.
- No podemos saber desde aquí -se les había dicho- quiénes tienen la razón. Ustedes trabajen y digan allá que tienen órdenes de Colima de sólo obedecer a la jefatura cristera de aquí. Cuando las cosas estén dilucidadas, ustedes obedezcan a quien tenga legítimamente el mando. Entretanto, no formen parte, ni de un bando ni de otro.
Mas ahora la noticia era otra:
El joven -Antonio Ruiz y Rueda- que fungía como delegado del comité especial de la Liga Nacional de la Libertad Religiosa, había sido obligado a renunciar y regresarse a México.
Y aun daban detalles de cómo se le había hecho firmar su renuncia. Y durante la noche, en el silencio, dando vuelta a aquellos asuntos, se creyó dar, como en realidad lo era, con el fondo de! problema. Más tarde, los acontecimientos comprobaron que se había acertado.
Es que, conforme se habló ya en el segundo capítulo del libro segundo, Dios lo quiere, bajo el subtítulo Listos como balas, no únicamente existía la Liga Defensora de la Libertad Religiosa que en todo el territorio nacional organizaba y dirigía e! complicadísimo movimiento de la defensa, sino que, principalmente en e! occidente, sobre todo en Michoacán y Jalisco, con algunas ramificaciones en Colima, existía una organización secreta conocida con el nombre de la U que al terminar e! movimiento desapareció, porque la misma Santa Sede ordenó su supresión.
Ambos organismos se completaban, cuando una y otra jefatura -la de la Liga y la de la U- eran llevadas por una misma persona o comité; ¡pero cuando no, se producían fricciones y resquebrajaduras que todo el movimiento resentía y que los mismos luchadores lamentaban sin saberse explicar e! porqué de los hechos.
¿Cómo dilucidar el asunto?
Si realmente había habido cisma en Jalisco, entonces la nueva Jefatura del control militar era espuria e ilegítima. Y si ésta, hecho el cisma, fue la que envió a Colima a los generales Degollado y Michel, entonces la jefatura militar de ellos era también ilegítima y no se les podía secundar.
Si acaso no fuese así, entonces, por el contrario, habría legitimidad en el nuevo gobierno de la jefatura cristera de Colima a cargo de los generales Degollado y Michel y habría que secundarlos y obedecerlos.
Era cuestión de principios, no de personalismos. Y, para dilucidar el asunto, era necesario ir hasta México para ver a los jefes nacionales de la Liga. Sólo ellos, en cuyas manos estaba el supremo mando del movimiento bélico cristero, podrían decir qué era lo que tenía que hacerse.
EL RECURSO A MEXICO
Continuará
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