LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMALA DERROTA DE CAUCENTLAViene de la edición anteriorLos días de mayores penalidades del 27 de abrila los primeros días del mes de agosto de 1927
Haciendo contraste con lo terrible de la escena, se escuchaba de cuando en cuando, en medio de aquel fragor, el clarín de los libertadores, que tocaba el Cristero J. Trinidad Trillo, que se mofaba del enemigo, dando las notas con que se anuncia la salida del toro en las lides, o tocando también la chusca canción popular denominada La Cucaracha.
Como a las 2 de la tarde, recorriendo el general cristero Ochoa la línea de fuego, tanto para infundir ánimo a sus soldados, como para dar las disposiciones necesarias, se encontró que los fortines de la loma de El Zopilote, que estaban en la parte alta del noreste, habían sido abandonados por sus defensores. ¿Acaso fue la falta de parque -que ya se dejaba sentir- la causa de este abandono? Porque ya a esas horas, algunos de los soldados cristeros eran simples espectadores en aquel furioso combate, precisamente porque sus armas ya no eran útiles.
Al darse cuenta el general Dionisio Eduardo Ochoa, del peligro que representaba aquel fortín sin defensores, se regresó con premura y escogiendo de otros lugares a cinco soldados, se los llevó a cubrir aquella brecha: Anastasio Zamora, J. Jesús Preciado y otros tres, formaron ese grupo, que para llegar a su destino, tenían que atravesar una zona enteramente a merced del enemigo. Seguramente que éste también se había enterado de que en aquel lugar no había luchadores y mandó a un teniente con un pelotón para que se apoderaran de él, pero, afortunadamente, los cristeros llegaron a tiempo de evitarlo... CONTINUARÁ
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