PREPARATIVOS PARA LA GUERRA
Profr Abelardo Ahumada González
UNA ACLARACIÓN OBLIGADA.
En la colaboración anterior comenté que “el 27 de julio de 1808”, tras de haber asistido a la “junta general” que las autoridades civiles y religiosas convocaron en el palacio de la intendencia y la plaza real de Guadalajara, muchos de los asistentes pidieron que “se les armase” para repeler a los miles de soldados que, según llegaron a creer, estaría Napoleón por enviar a la Nueva España.
Pero en un párrafo inmediato cometí un par de torpes omisiones de palabras que hoy estoy obligado a precisar puesto que trastocan gravemente la verdad.
El texto equívoco es el siguiente: “Con esto quiero decir, sin embargo, que la Guerra de Independencia de México haya iniciado en Guadalajara el 27 de julio de 1808, demostrar que como los ánimos se habían comenzaron a caldear desde julio de 1808, ni Hidalgo, ni Allende, ni Aldama tuvieron mucho que batallar para que, dos años y fracción después, los siguiera tan rápidamente el gentío que se les unió”.
Pero el texto correcto debió ser éste: “Con esto no quiero decir, sin embargo, que la Guerra de Independencia de México haya iniciado en Guadalajara el 27 de julio de 1808, sino demostrar que como los ánimos se habían comenzaron a caldear desde julio de 1808, ni Hidalgo, ni Allende, ni Aldama tuvieron mucho que batallar para que, dos años y fracción después, los siguiera tan rápidamente el gentío que se les unió”.
LOS CUERPOS DE VOLUNTARIOS.
Una vez hecha esta aclaración resalto el dato de que durante el 31 de agosto y los primeros días de septiembre del año de referencia, tanto en Guadalajara como “hasta en el más infeliz de los pueblos de Nueva Galicia” se estuvieron realizando diversas manifestaciones populares (alentadas por el clero y el gobierno) en apoyo “del rey, la religión y la patria”. Y subrayo el hecho de que fue a partir del 2 de ese mismo mes cuando, luego de “patentizar” mediante un Edicto “las pérfidas operaciones de Napoleón y sus viles secuaces”, el Intendente de Nueva Galicia promovió un “alistamiento” para formar un cuerpo militar que se llamaría “Voluntarios de Fernando VII”, cuyo principal propósito sería el de “conservar estos dominios” para la corona española.
Como resultado de la difusión que se dio a esa proclama, tenemos la noticia de que para el día 6 ya se habían “alistado” 4,033 “hombres en Guadalajara”, y de que al finalizar el mes habían llegado a ser “cincuenta mil” en todo el “resto de Nueva Galicia”, señalando que incluso “los indios se ofrecieron a combatir con sus flechas, prometiendo que”, en caso de necesidad extrema “saldrían a pelear sus hijos y [sus] mujeres”.
Esta información, que me parece muy interesante y reveladora, sólo se volvió publicar hasta 1877, pero como se publicó sin orden y entreverada con otras distintas y de diferentes años, o pasó desapercibida o no fue tomada en cuenta por ningún historiador profesional que posteriormente haya abordado el tema. Mas como quiera que haya sido, creo que los lectores coincidirán en que nos está dando nuevas luces para entender cómo fue que nuestros antepasados de la amplísima región que fue Nueva Galicia (actuales estados de Aguascalientes, Colima, Nayarit, Jalisco y parte de Zacatecas) estuvieron preparándose para pelear, pero no por la independencia de México en un principio, sino por la independencia de España respecto de Francia. No siendo sino hasta dos años y dos meses después cuando tomaron una orientación distinta y, metafóricamente hablando, lograron que el río se saliera de madre, al producir el movimiento que derivó
EN LA INICIALMENTE NO BUSCADA INDEPENDENCIA DE MÉXICO.
La publicación del Edicto que convocó a nuestros antiguos paisanos a conformar el grupo de “Voluntarios de Fernando VII” es, por otra parte, un indicativo muy claro de que por aquellos años no había un ejército suficientemente fuerte y consolidado ni en la Nueva España, ni en la Nueva Galicia, aunque sí había algunos batallones más o menos dispersos en aquel vasto y muy poco poblado territorio, como lo podremos demostrar después.
Pero antes de referirme a ello, quiero comentar que en el caso concreto de lo que fue la Provincia de Colima (o lo que era en 1808 el sur de la Intendencia de Nueva Galicia), las únicas noticias sobre agrupaciones de defensa de que se tienen registro nos hablan de organismos similares al que se comenta. Es decir, de grupos con funciones militares que se integraban por gente paisana en caso de una necesidad.
Sin detenerme demasiado en su descripción, debo señalar que tuvieron como antecedentes locales a los individuos que participaron en la conquista de la región, y que en no fueron “soldados de línea” sino campesinos, mineros, leñadores, hortelanos, viñadores, artesanos, ex seminaristas, hidalgos de poca herencia y nobles venidos a menos que, sabiendo que en España no tenían un futuro muy halagador que digamos, un día decidieron embarcarse y alistarse, llevando cada quien las armas y los bártulos que pudo cargar, pero teniendo que fungir como rodeleros, ballesteros o caballeros armados en los combates que dicha conquista implicó.
Ya cuando estuvieron asentados, algunos de aquellos siguieron conservando sus armas y sus caballos para salía a pelear cuando algún pueblo indio “se alzaba” o se rebelaba y, posteriormente, cuando ya también esos conflictos fueron quedando en el pasado, siempre hubo, sin embargo, gente problemática que robaba vacas, asaltaba ranchos y caminos, raptaba y violaba mujeres, o asesinaba a quienes se opusieran a sus desmanes, obligando a los alcaldes y alguaciles en turno a solicitar el apoyo de quienes pudiesen cabalgar o portar armas para salir en busca de los facinerosos, integrando agrupaciones de voluntarios sin sueldo que se unían para defenderse o para castigar a los malandrines. Agrupaciones que con el paso del tiempo fueron adoptando diferentes nombres, como el de “la Santa Hermandad” o “las Acordadas”, pero en las que por ley (o simples usos y costumbres) estaban obligados a participar los hombres más fuertes, valientes y vigorosos que había en los pueblos, estancias y trapiches de la región.
“LA SANTA HERMANDAD VS. LOS PICHILINGUES!
Ejemplos de esas participaciones hay muchos. Y ese tipo de organización se utilizó incluso hasta principios del siglo XX, pero voy a ejemplificar con uno, muy significativo, que sucedió durante los meses de octubre y noviembre de 1615, y que forzó al Alcalde Mayor Rodrigo de Ybarra y Ateguren, a requerir el apoyo de un famoso capitán de navíos que se llamaba Sebastián Vizcaíno, que circunstancialmente se encontraba reposando en la Villa de Colima, cuando se enteraron de que cinco barcos piratas holandeses estaban saqueando y atacando diferentes puertos de la costa novohispana.
En dicha ocasión el alcalde Ybarra recibió noticias de que una flota de piratas holandeses (a los que apodaban “Los Pichilingues”) habían atacado Acapulco, se habían posesionado de un barco español en Zacatula y se dirigían al puerto colimote de Salagua. Y en consecuencia con ello, utilizando pregoneros y otros procedimientos previamente utilizados para esos fines, el alcalde Ybarra y el capitán Vizcaíno mandaron pregoneros para poder reunir en la dicha villa a cerca de 200 paisanos que estaban en condiciones de viajar y portar armas, para que participaran en la defensa de dicho puerto.
Para quienes deseen ampliar la información sobre lo que sucedió en esas fechas hay un capítulo muy específico en mi libro “Colima Siglos XVII y XVIII, la Cara Oscura del Coloniaje”, y una novelita histórica que titulé “El ataque de Los Pichilingues”, por lo que sólo diré ahora que, siete años después, en 1522, fueron levantados unos testimonios que, desglosándolos, sirven para corroborar lo dicho sobre estos cuerpos de voluntarios. Veamos algunos de ellos en su tono original:
El primero es de Juan Carrillo de Guzmán y dijo: “Fui alcalde de la Santa Hermandad en esta villa y su provincia, el año de 1615: y en el mismo año, habiendo en la costa y puertos della naos de enemigos, el general Sebastián Vizcaíno […] me nombró por capitán de una compañía de caballos, con la cual me hallé en la ocasión y refriega que hubo con el enemigo holandés. No llevé gajes de su Majestad, porque ofrecí servirle a mi costa, como lo hice, y gasté de mi hacienda el tiempo que duró el campo, assí en mi persona como en algunos soldados pobres que alojaba”.
El segundo corresponde a Rodrigo de Brizuela quien expresó: “También fui capitán de una compañía de soldados que traje del Valle de Alima, (a) donde fui por ella por orden y comisión que me dio el general Sebastián Vizcaíno, y la llevé al puerto de Salagua”.
El tercero es de Gaspar Ramírez de Alarcón: “Declaro tener oficio de alférez real por nombramiento del general Sebastián Vizcaíno, y por haber servido a su Majestad, y confirmado por el excelentísimo señor marqués de Guadalcasar… Asimismo, fui alcalde ordinario … y teniente general desta villa y provincia, el año de 1615”.
Finalmente, Domingo Vela de Grijalva, declaró: “He sido electo por el cabildo alcalde ordinario [cinco veces en diferentes años]… Y teniente general [en tres ocasiones]; y quanto por el año de 615 vino el enemigo holandés a ynfestar los puertos y costa del Mar del Sur, por nombramiento del general Sebastián Vizcaíno, y del capitán Rodrigo de Ybarra Ateguren, alcalde mayor que era en aquella ocasión, fui nombrado capitán de ynfantería de toda la gente y vecinos desta villa, y con ella fui al puerto de Salagua, y asistí todo el tiempo que duró el campo, hasta que se hizo a la vela el enemigo holandés; fui, asimismo, nombrado por tenedor y proveedor de los bastimentos necesarios para dicho ejército, y dellos tengo satisfecho y dado qüenta con pago, como consta en la certificación que en mi poder tengo de los jueces officiales de la Real Hacienda de la ciudad de México; y actualmente soy cappitán de ynfantería desta villa, para las acciones que se ofreciere”.
Testimonios que aparecen en diversas páginas de “Por mandato de su majestad”, libro recopilado y escrito por nuestro ya difunto amigo Juan Carlos Reyes Garza en 1999, y publicado por la Imprenta del Gobierno del Estado de Colima en el año 2000.
UNA COMPAÑÍA DE LANCEROS.
Ya más cerca de la época que estamos comentando resultó que, hacia finales del siglo XVIII, el Capitán Miguel José Pérez Ponce de León, del que ya varias veces hemos hablado aquí, viendo que comenzaron a llegar varios grupos de individuos de mala catadura y peor comportamiento a los rumbos serranos de Tecalitlán, en donde se acababan de abrir varias minas, decidió constituir un pequeño ejército al que se dio sus mañas para brindarle instrucción. Por lo que también constituyó, por así decirlo, la primera academia militar que hubo por todo este rumbo, según nos lo dio él mismo a entender en una en una de las tres “Descripciones de Colima” que escribió entre 1775 y 1789, y en la que se lee que aquélla era: “Una Compañía de Lanceros que se compone de 50 hombres escogidos que quisieron ejercitarse en el servicio, a los que he dado proporcionada disciplina militar, en consideración de [la necesidad que había de vigilar] la costa y cercanos puertos de mi provincia, como para [imponer] el respeto y temor ... [a los] malhechores que, al abrigo de estas sierras y montes han vivido con escándalo aun de las mismas fieras”.
Esta interesante referencia apareció publicada en los “Documentos para la Historia de Colima, Siglos XVI – XIX”, libro coordinado por José Antonio Calderón Quijano, y pertenece a la famosa “Colección Peña Colorada”.
Y fue esa misma compañía la que en algún momento de 1790 malamente se utilizó para forzar a un grupo de enfermos de lepra, jiricua, granos y otras enfermedades de la piel a que se reunieran en la “hacienda de Los Chinos”, perteneciente a la parroquia de Caxitlán, para que desde allí fueran trasladados como viles animales hasta el hospital de San Lázaro, de la ciudad de México, casi nada más para que llegaran allá a morir, según lo documentaron, respectivamente, los historiadores colimotes, Florentino Vázquez Lara Centeno y Roberto Urzúa Orozco.
Compañía de Lanceros, por último, que sirvió como antecedente para la conformación de las Compañías de Milicianos que de Coahuayana, Alima y Colima participaron del lado realista en los primeros combates que hubo en contra de los insurgentes.
Continuará.
Nota. - Todo este material corresponde al Capítulo 20 de “Mitos, verdades e infundios de la Guerra de Independencia de México”.
1.- El 15 de Septiembre de 1808, un grupo de “Voluntarios de Fernando VII”, depuso y capturó al virrey, provocando numerosas y encontradas reacciones de apoyo y repulsa.
2.- En todos los pueblos de Nueva Galicia se estuvo pregonando la conformación de otros cuerpos de voluntarios cuyo propósito principal sería combatir a las fuerzas que, según se decía, ya no tardaba en enviar a la conquista de estos dominios.
3.- Las noticias sobre la inminencia de la guerra llegaban por el Camino Real y sus ramales a todos los pueblos de la región.
4.- Y uno de los principales promotores de semejante movilización era don Roque Arca, intendente de Guadalajara.
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