VISLUMBRES
PRELUDIOS DE LA CONQUISTA
Capítulo 29
Profr. Abelardo Ahumada González
UN GRAN ENREDO.
Como se logra entrever en los testimonios que recabó fray Jerónimo de Alcalá, fue aproximadamente en 1479 cuando Tzitzicpandácuare decidió reforzar los dominios que un tiempo atrás su padre y sus tíos habían tratado de ampliar desde la región de Pátzcuaro hacia el occidente de su territorio, llegando a “Carapan, Tamazula, Zapotlán” y otros “pueblos nahuatlatos” que hoy pertenecen tanto a la porción occidental del estado de Michoacán, como a la suroriental Jalisco. Iniciándose con eso un esfuerzo de expansión que a la postre tendría que golpear a la gente de Colima y sus alrededores.
“La Relación”, sin embargo, es muy parca sobre este aspecto, así que, picado por la curiosidad, me puse a buscar otros autores y otras fuentes, encontrándome con que, desde hace más de cien años, varios otros investigadores se sintieron atraídos por tan desconcertante asunto, al que, abordándolo con singular interés, mucha imaginación y muy cortos informes, llegaron a nombrar “La Guerra del Salitre”.
Guerra que, en apretada síntesis, se habría producido, según eso, porque no teniendo el territorio tarasco salida entonces al mar, sus habitantes carecían de sal, mientras que a sus contemporáneos de los pueblos situados alrededores de las lagunas de Tzapotlan, Tzayolan y Tzacoalco, enemigos suyos, ese importante producto les sobraba.
Vista esa situación, y empujado entonces por esa supuesta necesidad, Tzitzicpandácuare habría encaminado sus huestes hacia esos lares con el fin de apropiarse de los extensos salitrales en que aquéllos se abastecían. Aunque, cuando ya estaban los tarascos a punto de avasallar a sus enemigos, habría irrumpido también en la escena, con un gran grupo de feroces guerreros acompañándolo, el “Tecuhtli” (o “rey”) de Coliman, quien al acometer con tan sorpresiva e inesperada fuerza, habría logrado que la gente del Cazonci se retirara del territorio.
Sólo que, al revisar los datos con un poco de sentido crítico, empecé a notar que, sin ser mentira lo que se decía, había en todo ello una muy notable revoltura de tiempos, circunstancias y personajes que impedían que la historia “cuadrara”. Por lo que decidí tratar de desentrañar el asunto, encontrándome con la novedad de que, aun cuando no parece haber sucedido como se los acabo de exponer, la irrupción del ejército tarasco en la zona lacustre de Tzapotlan, Tzayolan y Tzacoalco sí fue un hecho real, aunque no sólo no tuvo como causa inicial la necesidad de buscar el mencionado salitre, sino que se debió a una especie de revancha que Tzitzicpandácuare habría intentado a consecuencia de un poderosísimo ataque que el gran tlatoani Axayácatl, “rey” de los aztecas, lanzó en contra del pueblo michoaque para conseguir entre sus guerreros las muchas víctimas propiciatorias que en honor a Huitzilopochtli habrían de ofrecerle el día en que consagrarían la hoy muy famosa “Piedra del Sol”. Y porque desde su perspectiva “los tecos” habrían colaborado con Axayácatl en ese intento.
Y como yo ignoraba todo lo que sobre este evento se había escrito, “me piqué” leyendo y durante cinco o seis semanas casi todo lo que anduve hurgando tenía que ver con eso. Habiéndome podido encontrar con un montón de interesantísimos datos que nadie, de viva voz, en Colima, me había platicado jamás.
UN “NUEVO REFERENTE” EN LAS CIRCUNSTANCIAS DE GUERRA Y POLÍTICA DE LA REGIÓN.
Pero no piensen amigos, que voy a cometer el error de darles santo y seña de todos esos autores y sus escritos, y lo único que sí voy a tratar de hacer es un resumen “digerible” para que también se enteren de todos esos hechos, y a la mejor se animen a “ver la película completa”. Así que, con su permiso (o sin él), me parece muy necesario repetir que, confusa y todo, la primera pista que seguí al respecto apareció en “La Relación de Michoacán” y, dice lo siguiente:
“Y entraron en (reunión de) consejo Hiripan, Tangáxoan e Hiquíngaje y dijeron: ‘hagamos señores y caciques por los pueblos, que placerá a los dioses que se sosiegue la gente’… E iban poniendo caciques en todos los pueblos; y hasta mujeres mandaban (en ellos)… Y otro señor hijo de Hiripan, conquistó un pueblo llamado Carapan, y el padre y agüelo deste Cazonci muerto, conquistaron a Tamazula, y Zapotlan y los pueblos Dábalos (sic) y lo demás”.
La referencia es, insisto, confusa y difusa, pero si la revisamos con atención y paciencia, resulta que, por un lado, no está haciendo alusión a un solo intento de conquista sino a tres: el del “hijo de Hiripan”; el de Tzitzicpandácuare y el de Zuangua. Por otro lado, que “el Cazonci muerto” al que se refieren los informantes de fray Jerónimo de Alcalá, se llamaba Tzimtzicha o Tangáxoan II, y fue mandando asesinar por el conquistador Nuño Beltrán de Guzmán entre los últimos días de 1529 y los primeros de 1530. Cazonci cuyo abuelo y padre fueron, precisamente, Tzitzicpandácuare y Tziguanga o Zuangua, personajes cabalmente históricos, dado que el primero gobernó a su pueblo desde aproximadamente desde 1470 hasta 1510; y el segundo desde 1510 hasta la llegada de los españoles.
En este contexto cabe saber que Carapan sigue siendo hoy un pueblo indígena muy bonito que está “a la entrada de la Cañada de los Once Pueblos”, como quien va uno desde Morelia hacia Tamazula y hacia Ciudad Guzmán, Jalisco, por el que así como hoy pasa la Carretera Nacional número 15, pasó antes el Camino Real de Colima.
Adicionalmente cabe señalar que, como lo precisó muy bien don Eduardo Ruiz, experto en el idioma tarasco, cuando “La Relación” habla de que conquistaron pueblos como Carapan, Tamazula, Zapotlan “y demás”, se estaba refiriendo a un grupo de pueblos distintos a los isleños o purépecha, y que ellos mismos nombraban téquecha, a los que nosotros hemos conocido como “los tecos”. Nada más, pero no nada menos.
Este “pequeño detalle” adquiere para los colimenses, y para la gente del poniente del actual estado de Michoacán, y la del oriente de Jalisco, una dimensión totalmente inesperada e insospechada, porque según una muy antigua (y por lo visto equívoca) creencia, los tecos eran únicamente los dos grupos que habitaron en Tecoman y Tecolapan, Colima. Siendo que, como lo señaló don Eduardo Ruiz, en los tiempos que gobernó Tariácuri, Tzacapu era "la metrópoli de los tecos".
Cuando hace como 33 años leí esta última frase me quedé literalmente “alelado”, pero cuando, años más tarde, acometí la lectura de lo que recordaban los viejos con quienes platicó fray Antonio Tello, llegué a la conclusión de que, si no todos, muchos de los pueblos que las tribus nahuas fundaron durante su “peregrinar” por una gran parte de lo que hoy son los estados de Jalisco, Colima y Michoacán, fueron a los que los purépecha, denominaron “téquecha” (o tecos). Aunque ellos, a su vez, hayan tenido sus propias diferencias regionales.
En este sentido, pues, recordando lo que los informantes del padre Tello le dijeron respecto a que un grupo de “mexicanos” había salido desde las orillas de Chapalac “hacia el oriente”, y pasando por “Huáscatos, Numarán, Pénjamo y Conguripo”, siguieron “hasta dar vista a la laguna de Tzintzuntzan”, cobra una nueva dimensión. Porque, como bien sabemos, ese recorrido no lo hicieron ni en quince días ni en un mes, sino en un número indeterminado de años, fundando esos pueblos, y no pasando nada más por ellos.
Cosa que igualmente podemos afirmar respecto a “las demás familias” que, viniendo desde la lejana Aztatlán, habían hecho su recorrido “por Colima en adelante”, siguiendo toda la costa hasta Zacatula.
Colateralmente don Eduardo Ruiz precisa que, cuando Tariácuri estuvo un buen tiempo ausente de Pátzcuaro, anduvo “con un pequeño ejército”, por diferentes lugares: “(Y) tomando, por último, la dirección del Poniente, traspasó las lindes de Tzacapu y de las tierras ocupadas por los tecos, antiguos aliados y compañeros de los purépecha, pero desde entonces hostiles a ellos y deseosos de independencia”.
Y no sobra mencionar que en la historia particular de Zacapu se menciona que, mucho antes de haber llegado hasta las orillas del lago de Pátzcuaro, ahí estuvo viviendo Hiré Ticátame, el portador de la piedra de obsidiana que entre los chichimecas uacúsecha representaba a Curiacaveri, la deidad solar “implantada” después por ellos a “los isleños”. Y que ahí mismo (en Zacapu y no en Pátzcuaro) solía morar el Petámuti.
Por si todo esto fuera poco, quiero agregar que Eduard Seler, un gran lingüista alemán que estuvo muchas veces en México y realizó estudios comparativos de la lengua purépecha con otras de Sudamérica, coincide en señalar también que cuando menos desde Zacapu hasta Jacona y Tangancícuaro, de los que el primero es un pueblo pegadito a Zamora, y de los que el segundo no queda muy lejos, “se hallaba establecida una colonia (sic) de otra estirpe, la de los teco”, identificados por los purépecha con los “mexicanos”.
Zacapu, para ubicarnos también, está situada a sólo 61 kilómetros de la ciudad de Pátzcuaro, y a no más de 40 de la orilla norte del lago del mismo nombre. Mientras que por el noroeste, Jacona está como a 90 kilómetros, pegadita, como dije, a Zamora, y más o menos a medio camino entre la mencionada orilla norte del lago de Pátzcuaro y la orilla suroriental del lago de Chapala. Lago del que obligadamente debo hacer mención porque si desde allí peregrinó hacia el de Pátzcuaro un grupo de “mexicanos” en un viaje de largo alcance en el que fueron fundando pueblos; los conquistadores tarascos hicieron casi el mismo recorrido pero a la inversa.
Siguiendo con esa otra secuencia de la historia de Tariácuri, Ruiz menciona lo siguiente: “Desde que Tariácuri había sido arrojado de Pátzcuaro, los tecos, cuya capital era Tzacapu, habían reasumido su soberanía; y como dado el primer paso es difícil detenerse, se convirtió después aquel pueblo en (el) núcleo de los enemigos de los tarascos”.
Por lo que es muy de creer entonces que cuando “La Relación” afirma que ya en tiempos de Tzitzicpandácuare éste se lanzó a consolidar las supuestas conquistas que “un hijo de Hiripan” había realizado sobre “Carapan, Tamazula, Zapotlan (…) y demás”. Se estaba lanzando en contra de casi puros pueblos tecos.
Pero ¿cuándo, cómo y por qué habrá iniciado Tzitzicpandácuare la campaña que él encabezó en contra de los pueblos tecos del occidente del actual estado de Michoacán y del Sur de Jalisco y norte de Colima?
MEXICAS CONTRA MICHOAQUES, MICHOAQUES CONTRA COLIMECAS.
El primer apunte que conocí al respecto lo redactó el Dr. Jesús Figueroa Torres en su libro titulado “El Reino de Coliman”, impreso en 1973, y dice:
“Los tarascos habían formado un núcleo respetable en su (ya) extenso territorio; en la época de su mayor florecimiento además de dominar en (una gran parte) de (los actuales estados de) Michoacán y Guerrero, penetraron en su empuje de armas hasta (lo que hoy son los estados) de Querétaro, (Guanajuato), Jalisco y Colima. Fueron tan belicosos que se enfrentaron a los mexica en los tiempos de Axayácatl y Moctezuma Ilhuicamina”.
“Tuvieron numerosos reyes. Los códices, las crónicas más antiguas y su propia historia registraron los nombres de Hireticátame, Sicurancha”, etc. “Pero se destaca por sus conquistas Tzitzicpandácuare, que llegó con sus huestes, a través de la costa del Pacífico, hasta Zacatula y Colima”.
“También gobernaron Zuangua y Tangaxoan II (o Tzimtzicha) que estuvieron en armas contra los colimn (sic), deseosos de obtener el salitre, el algodón y otros productos tentadores que había en el reino”.
Al comparar esta otra versión con el resumen que les había presentado, salta a la vista una gran “novedad”: que Tzitzicpandácuare no se lanzó a su guerra de conquista peleando inicialmente contra los tecos de Zacapu y su región, sino contra Zacatula, un enclave netamente mexica, y contra Colima, que al parecer les rendía también tributos a los mexicas, para llegar por último, a los pueblos del actual Sur de Jalisco que poseían los supuestos salitrales. ¿Quién estaba diciendo la verdad y quién se estaba sacando ideas de la manga?
Ya con esta nueva duda por delante, seguí revisando “La Relación de Michoacán”, por considerar que por más mal redactada que esté, y por más difícil de entender que sea, es la más antigua fuente testimonial que puede dar alguna luz al respecto, y me encontré, salteados, a muchas páginas de distancia unos de otros, varios interesantes párrafos, del que ahorita les presento el primero:
“Tzitzicpandácuare hizo algunas entradas hacia Toluca y Xocotitlan, y le mataron en dos veces diez y seis mil hombres… Otras veces traía cautivos… Otra vez vinieron los mexicanos a Taximaroa y la destruyeron en tiempo del padre de Motezuma… y Tzitzicpandácuare la tornó a poblar… Y tuvo sus conquistas hacia Colima y Zacatula y otros pueblos, y fue gran señor, y después dél (sic) su hijo Zuangua ensanchó mucho su señorío”.
En la edición que tengo, el párrafo no aparece con puntos suspensivos, pero yo se los agregué para diferenciar los subtemas, resaltando, en primer término, como otra novedad, las “entradas” que hizo a Toluca y Xocotitlan.
Yo sabía, como muchos de ustedes lo saben, dónde es Toluca, pero ignoraba dónde fue Xocotitlan y dónde estuvo Taximaroa, y me dediqué a buscarlas, encontrándome con que Xocotitlan estaba ubicada a sólo unos pocos kilómetros al sureste de Tlajomulco, hoy en el Estado de México. Y con que Taximaroa hoy es Ciudad Hidalgo, Michoacán. De manera que sólo así pude entender que Tzitzicpandácuare traspasó, al menos en un par de ocasiones, los límites territoriales que su “reino” tenía con el de los mexicas, y que Axayácatl hizo lo mismo en sentido inverso. Cuando quiso conseguir víctimas para inmolar el día en que se develara “La Piedra del Sol”.
¿Pero habría fuentes mexicas o aztecas que corroboraran todo esto? Y, si las había, ¿Qué dicen, quitan o añaden?
Continuará.
1. Por haber creído equívocamente que los tecos sólo habitaron en las llanuras costeras de Colima, grande fue mi sorpresa al enterarme que, hacia 1470, Zacapu, ubicada a sólo unos 40 kilómetros de la orilla norte del lago de Pátzcuaro, “era la metrópoli de los tecos”.
2. Carapan sigue estando en uno de los extremos de “La Cañada de los Once Pueblos”, Michoacán, sobre lo que fue el Camino Real de Colima. Templo de San Juan Bautista, en Carapan.
3. “La Relación de Michoacán” explica que a mediados del siglo XV un “general” purépecha, “hijo de Hiripan” intentó la conquista de Tamazula, Zapotlán y otros pueblos que ahora están en el Sur de Jalisco.
4. Y ese mismo libro explica que en 1479, el Cazonci Tzitzicpandácuare, atravesó la Tierra Caliente de Michoacán, para conquistar primero la provincia de Zacatula y Colima después.
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