LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMAViene de la edición anterior. SPECTADOR. Libro 5, Capitulo 3. Cronica de Agosto a Diciembre de 1927.Entrevista entre el Gral Dionisio E Ochoa y la jefa del movimiento femenino cristero en el rancho “El Parian”.
Sí sabía -lo declaraba- quiénes eran el señor X, el señor XX, el señor XXX, etc.; pero él moriría antes que ser traidor y denunciar a sus hermanos de ideales y de lucha.
De aquí que se multiplicaron en esos días los cateos, las vigilancias detectivescas, las aprehensiones y toda la sociedad de Colima vivió días de pánico y de zozobra.
En esas horas de alarma llegaron al hotel Fénix de Colima las dos viajeras, Sarita Flores Arias y Angelita Gutiérrez. Alcanzaron a ponerse en contacto con Tomás de la Mora en la tarde del sábado 27; pero ahí paró todo; pues se precipitó su aprehensión a la cual siguió su muerte.
Pero aquellas mujeres "distinguidas y de buena posición social, sobre todo Sarita Flores Arias no se amilanaron".
Ellas tenían que entrevistar personalmente al jefe cristero Gral. Ochoa, que se encontraba en su cuartel de “El Refugio, en las faldas del volcán”. A eso habían venido, el asunto era urgente y las dificultades y el peligro no las arredraban. Se pusieron en contacto con algunas de las señoritas a quienes Angelita Gutiérrez ya conocía que eran de las de ellos y que sabrían el modo de comunicarse con el Gral. Ochoa.
Y allá en su campamento del Volcán, Dionisio Eduardo Ochoa recibió el aviso.
Era el martes 30 de agosto. Inmediatamente contestó citando a las viajeras a la ranchería de El Parián, Col., para la noche del jueves 10 de septiembre. Y con esa comunicación, un recado atento a Don Arcadio de la Vega, el dueño de la finca de El Parián, rogándole el favor del hospedaje, en el día señalado.
Y en el comedor de la casa de campo de El Parián., después de cenar, se tuvo la entrevista entre ellos tres solamente: el Gral. Ochoa, la jefa del movimiento femenino cristero de occidente señorita Flores Arias y Angelita Gutiérrez. Hubo su cambio de impresiones, lleno de esperanzas, ilusiones, amor a Cristo y a México.
Luego se habló de la organización del grupo que teniendo su sede en Guadalajara atendería a los libertadores de Colima, y de la fundación, en el mismo Colima, de su centro de brigadas. Además, se planeó la entrevista tanto deseada con el representante en Guadalajara del Comité especial de Guerra de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. Quedaron que sería en Ciudad Guzmán, Jal., el lunes de la siguiente semana, 5 de septiembre.
Poco después de la media noche terminó aquella reunión. Miguel Anguiano Márquez fue encargado de llevar a las dos egregias mujeres, a pie y a través de cenagales y grandes campos plantados de arroz, que abundan en la región, a la hacienda de Buenavista, Col.
Atascadas de lodo, mojadas de pies a cabeza llegaron al amanecer a la casa de Don Aniceto Valle, a la orilla del caserío de la hacienda. Con ropa ajena pasaron el día en tanto que la suya la lavaban y arreglaban para tomar el tren a Guadalajara al día siguiente. Entretanto, Dionisio Eduardo Ochoa, su asistente y el Padre, su hermano, tomaban el camino del Volcán.
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