LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Spectador, libro sexto, capitulo quinto, NIEBLA DE INVIERNO (Enero a abril de 1928)
LLEGA EL GENERAL DEGOLLADO Y SE RESTABLECE EL ORDEN.
Al mismo tiempo que provenientes de Sayula, Jal., avanzaban las fuerzas callistas que comandaba el general Manuel Ávila Camacho y salían de Colima los fuertes contingentes al mando del general Pineda para atacar el cuartel general cristero, llegaba también, proveniente de sus campamentos, trayendo plena autorización, tanto del Comité Especial de la Liga como del Control Militar, para arreglar el asunto de Colima, el general cristero don Jesús Degollado.
Ya escuchándose el trueno del cañón por el lado del norte y contemplándose a lo lejos los incendios de las casitas de la región, pues los callistas eran como verdaderos vándalos, arribaba el general cristero Degollado, por el camino de Tolimán; pasó por Alcececa y siguió de frente hacia el campamento de la Mesa de la Yerbabuena, en donde creía él encontrar a los generales cristeros Miguel Anguiano Márquez y Manuel C. Michel; pero ninguno de ellos se encontraba allí, pues habían salido para Cerro Grande hacía algunos días.
Pero del cuartel general de la Mesa, de donde se había ordenado la evacuación por el coronel Andrés Salazar que estaba al frente del campamento, el general Degollado, con su escolta y Estado Mayor tuvo que retroceder. Poco más arriba d e San José del Carmen, casi cerrando el cerco los soldados federales callistas, tuvo lugar el encuentro entre él y el general Michel que, procedente de Cerro Grande, subía hacia los campamentos del Volcán. Con el general Michel iba el Padre Capellán Ochoa.
El general Degollado se mostraba un poco nervioso, con la nerviosidad natural de un momento tan difícil, pues Degollado era hombre valiente. Además, los conflictos de Colima le traían un poco molesto. Con él venían los generales cristeros Carlos Bouquet y Alberto B. Gutiérrez.
Poco antes de llegar a San José del Carmen, viniendo del Volcán hacia el Río Grande o Armería y Cerro Grande, el general Degollado creyó conveniente organizar alguna resistencia y aun principió a colocar gente en las bocas de las veredas que atraviesan la barranca del Huacal; pero aconsejado por los que conocían la región, desistió de ello, pues por todos lados se acercaban las tropas callistas y ordenó la retirada hacia el río; pero no ya por el camino de Mazatán, que una hora hacía habían hecho el general Michel y el Padre, pues ya por ahí subía el enemigo, sino por una vereda -única salida que quedaba para no ser copados-, ya casi bordeando la barranca de El Remate. Ya entrada la noche se pasó el río Armería y se acampó al otro lado.
Continuará:
TRATANDO EL PROBLEMA
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