miércoles, 29 de mayo de 2024

Los Cristeros del Volcán de Colima Cruel Martirio y Trabajos de Resignación.

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA. 
Spectator LIBRO OCTAVO, Capítulo Tercero, Cuando se perfilaba el triunfo del movimiento (-Enero a Abril de 1929), 
 “CRUEL MARTIRIO, TRABAJOS Y RESIGNACIÓN ” 
Viene de la edición # 557.

Las del Volcán y Cerro Grande formaban el Segundo Regimiento de la División Militar, y las de Tuxpan y Vallecito, el Cuarto Regimiento, y ambos la Brigada Dionisio Eduardo Ochoa, nombre oficialmente adoptado para honrar la memoria del iniciador del movimiento colimense. 
Los regimientos del General Andrés Salazar y Coronel González Romo eran, siguiendo la enumeración hecha en la División Militar, el Sexto y el Octavo, respectivamente.
Los números nones correspondían a los otros núcleos de libertadores del Sur de Jalisco, no dependientes de la Comandancia de Colima: El Primero, el del general Bouquet; el Tercero, a cargo del general Michel; el Quinto, comandado por el general Vicente Cueva y el Séptimo y Noveno, a cargo del general Luis Ibarra y General Lorenzo Arreola, respectivamente. Todos ellos integraban la División del Sur de Jalisco y Colima.
Estos grandes núcleos estaban subdivididos en otros más pequeños, los cuales, dado el sistema de guerrillas adoptado, tenían una cierta libertad de acción y no estaban de ordinario unidos en una sola columna.
En el Volcán, que era la zona principal, se encontraban dos escuadrones: el del capitán J. Inés Castellanos, en el cuartel de El Borbollón, y el del capitán Andrés Navarro, en la Mesa; mas Navarro murió el mes de abril y fue sustituido, con general complacencia, por el joven Jesús Alonso, soldado subalterno de aquél, valiente y leal en alto grado. 
En este tiempo el grupo de Ramón Cruz había desaparecido por completo, porque con su muerte, acaecida en junio de 1928, en un combate, no pudo sostenerse; sus mejores elementos pasaron a otros escuadrones y los otros entregaron sus armas y se retiraron del ejército cristero.
En Cerro Grande había igualmente dos escuadrones: el del capitán Joaquín Guerrero que había sustituído al capitán Martín Guzmán, cuando éste murió, y el de los libertadores de Minatitlán, Col., que se puso a cargo del capitán J. Jesús Dueñas Rolón. Gracias al esforzado cuidado de sus jefes y, sobre todo, al celo de su propio Capellán, 
el señor Cura don Adolfo Mota, estos grupos habían por completo evolucionado, en cuanto a piedad y moralidad, y sus cruzados, en cuanto la humana fragilidad lo permite, eran ya, a Dios gracias, dignos soldados de Cristo Rey.
En las zonas de Tuxpan, El Vallecito y El Naranjo, distinguíanse los capitanes Enrique Mendoza, Julio Velasco y Bernardino González, que estaban al mando del mayor Filiberto Calvario; y Agustín Carrillo, Gregorio Martínez y José Jiménez, bajo la dependencia del Mayor Plutarco Ramírez.
El regimiento del general Salazar, cuyos campamentos estaban de nuevo en el Cóbano (Cerro Grande), lo integraban cuatro escuadrones, de los cuales eran jefes, respectivamente, los capitanes Ignacio Cruz, Diego López, Leocadio Llerenas e Ismael Sandoval.
Continuará.

 


















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