miércoles, 14 de junio de 2023

Los Cristeros del Volcán de Colima "Combate en Comala"

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA

Spectator LIBRO SÉPTIMO, Capítulo Séptimo La primavera del movimiento (1928 -mayo a diciembre), MUERTE DEL CORONEL MARCOS VIRGEN T” si vida ejemplar, alcazara de los enemigos por su muerte. Viene de la edic # 532 Cap Séptimo.

COMBATE EN COMALA

El día 30 fue la otra acción. La columna enemiga estaba compuesta por cincuenta soldados al mando de un capitán apellidado Castillo, la cual, yendo de camino en las cercanías de Comala, se encontró con fuerzas libertadoras al mando del capitán cristero Leocadio Llerenas, y se trabó el combate. 
Los soldados que comandaba Llerenas, eran setenta. El lugar de la lucha completamente desventajoso para unos y para otros. Sin embargo, ninguna de las dos partes rehuyó el encuentro y ambas pelearon con valor.
Después de tres horas de nutrido fuego, los cristeros lograron vencer por completo a las fuerzas de la tiranía, a quienes hicieron huir precipitadamente y a quienes arrebataron, como botín de guerra, siete máuseres, tres mil cartuchos, y veinte caballos ensillados. En el campo quedaron muertos el capitán Castillo, un teniente y quince soldados rasos. 
Por parte de los cristeros, únicamente hubo cuatro heridos.
Vino octubre, el mes en que se disipan las nubes y aparece el sol en medio de un cielo de intenso azul. Así fue en ese tiempo la vida del Movimiento Libertador. 
La fe y el entusiasmo parecían agrandarse y se estrecharon en lazos más íntimos los diversos grupos cristeros. 
Las dificultades, las incomprensiones, el mar de fondo que hubo de enero a abril, a Dios gracias, había ya desaparecido.

  Continúa
LIBRO SÉPTIMO, Capitulo Octavo, “Rabia anticlerical”.
El padre capellán en una emboscada.
UN VIAJE DIFÍCIL

En los primeros días del mes quiso el Señor, con un hecho a todas luces maravilloso, probar una vez más su especialísima providencia en favor de los suyos.   El Padre don Enrique de Jesús Ochoa, Capellán cristero en los volcanes, conducía de Cerro Grande al campamento de El Borbollón, a una tía suya, la señorita Hipólita Díaz Santana, persona ya de edad, y a su hermana Consuelo. Esta tía era la tía Poli de que se habló ya en el Libro segundo de esta obra, en La alborada del Movimiento, la que había hecho el oficio de madre en favor de los hermanos Ochoa. Le acompañaban José Verduzco Bejarano, ya en esos días jefe de Estado Mayor del general Anguiano Márquez, con dos asistentes y otro soldado. 
Como en el pueblo de San José del Carmen, Jal., situado en el camino que hubiesen debido seguir en circunstancias normales, había destacamento callista, hubo necesidad de hacer un gran rodeo y caminar por terrenos muy accidentados. Además, el paso del Río Grande -el Armería- se les hizo difícil, y los viajeros tuvieron que pasar la noche bajo los encinares, al pie de las faldas occidentales del Nevado, para atravesar, al amanecer del día siguiente, un muy grande barranco que, por hosco y profundo, hubiera sido casi imposible pasar de noche.
Aconteció, empero, que al caer la tarde del primer día de camino fueron identificados los viajeros por un indio agrarista, el cual hizo viaje inmediatamente al pueblo de S. José, en unión de su mujer, y los denunció ante el destacamento callista, cuyos soldados, deseosos de aprovechar aquellas ventajosas circunstancias y hacer prisionero o matar al Capellán cristero, salieron a tender una emboscada a los distinguidos viajeros. El triunfo lo tenían seguro los enemigos y el golpe sería de importancia: matar un sacerdote era para ellos grande gloria y hazaña de mérito, más aún, matar al Padre Ochoa, el Capellán de los insurrectos.

Continuará edición # 536
EN LA LOMA DE LA GALERA.






















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