LA APARICIÓN DE UNA HERMOSA MUJER A UN ENAMORADO EN COMALA

Cuentos y Leyendas

La magia de nuestro pueblo de Comala, no solo implica nuestra infraestructura urbana en la conformación de una pequeña Mesopotamia del estado de Colima y comento esto porque el pueblo se ubica entre ríos (Rio San Juan y Tía Barragana, así como la vertiente que baja desde suchitlán “los chorritos); que dan vida nuestra gente y aunque el tiempo inescrutablemente lleva su curso con los cambios que dan el desarrollo social, nuestro lindo Comala (del Chino Fuentes) con sus estrofas nos representa como Comaltecos bien nacidos y hacemos honor a nuestro lugar de origen en donde quiera que nos encontremos.

A propósito, esta ocasión quiero compartir con ustedes apreciables lectores y cuento y leyenda que me compartió un amigo del Profr. Andrés Bejarano Fuentes y este inicia con palabras de antaño, pero nos narran claramente la forma de vida y de pensar de nuestros ancestros.

"Mi abuela solía contarme que, en una negra noche, de las haciendas, los caballos y los noviazgos que se daban a través de las rejas de las ventanas, por aquella época, regresaba un hombre a la población de Comala. Tenía la fama de ser muy enamorado y conquistador y que, al pasar por un callejón muy oscuro, vio adelante del camino (que empezaba a clarear por la luz de la luna) a una mujer vestida de blanco, como la espuma del mar.

Era delgada, alta, se adivinaba joven y hermosa y, caminaba como si casi no pisara el suelo ni la tierra. El negro cabello le ocultaba el rostro. Como la imagen era irresistible espoleó el hermoso corcel para acercársele, pero el noble animal se resistía avanzar. Cuando finalmente logró aproximarse, ella echó a correr por el largo camino iluminado tenuemente por la luz de la luna. Y ahí, bajo las numerosas estrellas, soltó su delicado vestido y siguió corriendo completamente desnuda entre la hierba mojada por el rocío.

Entonces él desmontó y fue tras ella. Al alcanzarla la tomó por el brazo haciéndole volver el rostro lentamente, cuando de pronto la mujer le sonrió, pero su risa era un enorme vacío negro, sin dientes, sus ojos eran dos brazas de color rojo, su piel era fría y como una cáscara de fruta seca.

La impresión fue tan terrible que el pobre hombre quedó sin sentido, sólo volvió a saber de sí hasta que sus familiares llegaron a recogerlo. El caballo había regresado solo a su casa y había estado relinchando y corriendo de un lado para otro, hasta despertar a los vecinos del barrio, tal vez para avisar que algo extraño y terrible acababa de ocurrir a su amo…"