viernes, 15 de noviembre de 2019

Los Cristeros del Volcán de Colima. Mas sangre sacerdotal.....

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Spectador Libro 5 Capítulo Quinto; viene de la edición anterior
CRÓNICA DE AGOSTO A DICIEMBRE DE 1927.
Mi sangre sacerdotal; El padre Don Gumersindo Sedano, capellán del grupo libertador  de Tuxpan y Tamazula; mas sangre juvenil Martín Zamora y Salvador Vizcaíno.. 

Más sangre sacerdotal:
MARTÍN ZAMORA
El grupo del capitán cristero Marcos Torres que casi sin cuartel se dedicó a operar en torno de la ciudad de Colima, en este tiempo tenía su centro de operaciones en un lugar que se denomina El Remolino, situado entre las rancherías de El Trapiche y La Capacha o de allí salía a sus incursiones y reconocía allí después de ellas para dar un ligero descanso a sus muchachos.
Era el grupo -se ha dicho- de los benjamines; muy pocos de sus soldados pasaban de los 18 a 19 años. Con su alegría juvenil, cualquier descanso lo amenizaban poniéndose a cantar, acompañados de sus armónicas que gran parte de ellos llevaba consigo; inquietos, valientes, casi temerarios. Como lugarteniente de Marcos estaba Martín Zamora, que asumía el mando del grupo siempre que su capitán estaba ausente.
El día 9 de septiembre Marcos Torres tuvo necesidad de alejarse de sus muchachos, llevándose únicamente a 5 o 6 de ellos para escoltar al Padre Capellán que, procedente de Colima, se dirigía a los campamentos del Volcán.
El día 10, Martín Zamora, con unos doce de sus soldados, salió en gira, por el rumbo de la hacienda de la Capacha. Su capitán Marcos Torres, con los 5 o 6 que llevaba, aún no regresaba. 
En el campamento quedaron solamente el cabo Juan Hernández, que estaba muy enfermo de una pierna, y dos soldados más, para que lo acompañaran. Así transcurrió el día 11; pero el día 12, cerca del mediodía, cuando llegaban de los campamentos del Volcán algunos de los soldados cristeros del grupo, entre los cuales venía el cabo Lucio Borjas, principió a oírse, ahí a inmediaciones, un nutrido tiroteo: era que el grupo de Martín Zamora había sido atacado por sorpresa en su regreso y no habían tenido más que huir en desbandada, haciendo muy débil resistencia, pues las condiciones eran muy desventajosas para ellos, ya que los enemigos venían en buena caballada y ellos iban a pie y en un terreno casi plano y al descubierto, pues hay pocos árboles en ese lugar.
Rápido, cuanto más pudo, el cabo Lucio Borjas se afortinó con cuatro soldados tras las piedras de una cerca sencilla que estaba en aquel paraje, con el fin de salir a la defensa de los que venían huyendo y defender la retirada del cabo Juan Hernández que casi no podía caminar por su pierna enferma; pero la defensa fue vencida y también ellos tuvieron que huir a una barranquilla vecina, para salvar su vida.
Entre tanto, Martín Zamora caía herido sin que lo advirtieran los compañeros. En un zacatal espeso, cubierto por la maleza, murió él solo, sin que pudieran sus compañeros darle algún auxilio.
El capitán Marcos Torres, al regresar, se encontró con esa pena. Él recogió el cadáver del compañero muerto y le dio sepultura.
Después de la muerte de Martín Zamora quedó como segundo del jefe Torres, el joven Pedro Radillo, muchacho ejemplarísimo en su vida de rectitud, en su compañerismo fraterno y en su valentía. Es aquel mismo de que ya se habló cuando el fusilamiento de Rafael Borjas; el que logró escapar cuando era llevado a la ejecución.

Continuará...CRUELES VEJACIONES A SALVADOR VIZCAÍNO 






























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