LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA Viene de la edición anterior.CRÓNICA DE AGOSTO A DICIEMBRE DE 1927. Spectador Libro 5; Capítulo TresEn su estancia en Cd Guzmán el Gral Ochoa del 4 y 5 de septiembre culminó con la muerte del Padre Gumersindo Sedano, sin poderse evitar.
DOS IDAS MAS A CIUDAD GUZMÁN, JAL.
Y dos veces más fue Dionisio Eduardo Ochoa a Ciudad Guzmán, Jal., atravesando por la cima de los volcanes, tanto para recoger el parque que ya principiaban a mandar las señoritas de las brigadas femeninas en Guadalajara, como para activar la fundación de la organización en Colima y todas estas estancias en Ciudad Guzmán estuvieron llenas de aventuras y peligros inminentes, porque en el pequeño poblado de La Mesa por donde tenía que pasarse al terminar el descenso de la montaña, había -tal vez lo haya al presente- un aserradero. Y la llegada de los soldados cristeros, que tenían que atravesar por entre las casitas de los trabajadores, era conocida de todos; y no faltaron, en las diversas ocasiones, quienes fuesen inmediatamente a Ciudad Guzmán a denunciar el hecho.
Patrullas de soldados recorrían la población y entraban a catear las casas que creían sospechosas en su afán de descubrir en dónde estaban alojados los jefes cristeros. La primera estancia del Gral. Ochoa, en 4 y 5 de septiembre, culminó con la muerte del Padre don Gumersindo Sedano, que ocasionalmente se encontraba también allí en la ciudad en esos días, sin que el jefe cristero Dionisio Eduardo Ochoa lo hubiese sabido. Ochoa, terminado su asunto, logró salir y regresar; pero el Padre fue denunciado, aprehendido y muerto, según en páginas posteriores se narrará.
En la segunda ida, en ese mismo septiembre, una patrulla de soldados, rifle en mano, penetró hasta el cancel de la casa en donde el jefe Ochoa y su asistente se encontraban; pero no vieron los callistas nada sospechoso y retrocedieron creyendo que estaban sobre una falsa pista, y, en la tercera, los días 26 y 27 de octubre, en que iban también, además de su asistente, el Padre capellán hermano del Gral. Ochoa y su coronel jefe de estado mayor, Antonio C. Vargas, no únicamente se suscitó el acostumbrado movimiento militar callista en la ciudad buscando a los cristeros -sabían con detalle que eran el Gral. Ochoa y otro jefe, el Padre y un soldado-, sino que se pusieron escoltas en las salidas de la población. Gracias, ante todo a Dios; pero, en lo humano, a la sagacidad y valentía de J. Refugio Soto, el asistente del jefe Dionisio Eduardo Ochoa, lograron salir, pasando junto a ellos, en las altas horas de la madrugada del viernes 28, cuando los soldados callistas, aunque rifle en mano y en sus puestos, pero vencidos por el sueño, dormitaban o dormían.
COLIMA CRISTERO, EN GUADALAJARA, JAL.
El cuadro de muchachas que formaban el grupo de Guadalajara, Jal., encargadas de auxiliar al movimiento de Colima era el siguiente:
Jefe, María de los Angeles Gutiérrez.
Sub jefes, Ma. Guadalupe Anguiano Márquez y Mercedes Santillán.
Auxiliares: M. Concepción Carbajal, TereSa Vázquez y M. de la Luz Gutiérrez, entre otras.
Continuará con: LAS BRIGADAS FEMENINAS DE COLIMA
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