miércoles, 15 de octubre de 2014

Los Cristeros del Volcán de Colima, "Comienza la era de los Mártires"

LOS CRISTEROS DEL VOLCAN DE COLIMA
Libro Primero Capitulo Séptimo
COMIENZA LA ERA DE LOS MÁRTIRES
Había una banda de chiquillos aquí en Colima, y como en Colima en otros muchos lugares del país -niños de 10 a 14 años-, que eran un verdadero ejército de pequeños héroes. Muchas veces fueron cogidos y golpeados, y arrestados, y nunca los golpes y fajos que los soldados les daban, hicieron que denunciasen a sus jefes inmediatos, ni menos, mucho menos, que desertaran de su ejército de lucha.
De aquí que, día a día, las privaciones, los sacrificios y los peligros aumentaran; porque aumentaba también la rabia de los perseguidores.
Ya para esos días había llegado la era bendita de los Mártires de Cristo Rey. 
México -lo dijo el Sumo Pontífice Pío XI- está siendo un digno espectáculo del mundo, de los ángeles y de los hombres.
LA ERA DE LOS MARTIRES
Entonces estaba ya en su apogeo la persecución.
Ya aquí, ya allá, en todos los rincones de la Patria Mexicana, las cárceles se llenaban de creyentes, pero la prisión no acobardaba a los Confesores de Cristo.
A las cárceles y a los tormentos eran llevados día a día por los sicarios de la revolución, Sacerdotes y niños, mujeres humildes y mujeres de la aristocracia, ancianos y jóvenes; pero en la misma cárcel el espíritu de Dios no abandonaba a los suyos, antes bien los inflamaba en nuevos fervores: allí se rezaba en voz alta, allí se cantaba, allí, mutuamente, todos se exhortaban a continuar en la brega, a reforzar su lucha en pro del Reinado de Cristo.
MILITAR MARIGUANO Y MUJERES INFAMES
Y mientras en toda la nación los perseguidores apretaban la persecución, en contra de la Iglesia, en Colima las cosas también se iban extremando con tintes de tragedia; pues no solamente se tenía un gobierno civil despótico, encabezado por el Lic. Francisco Solórzano Béjar, sino que, desde el punto de vista militar, el jefe era el gral. Benito Carda, hombre
sanguinario, que frecuentemente andaba ebrio y bajo el influjo de la sucia mariguana, cometía una multitud de crímenes espeluznantes. Colima estaba bajo un gobierno de cafres, tanto en lo civil como en lo militar. 
Fueron aquellos días -por parte de los perseguidores de la Iglesia- tiempos de infernal saña para acabar con el nombre de Cristo. Todos los medios se tuvieron como lícitos: prisión, golpes, torturas inauditas, destierros, asesinatos, etc. No se limitaron, ni de lejos, a los medios legales. La consigna; era la consigna satánica de la masonería: aplastar a Cristo y aplastar, arrasar y reducir a nada, cuanto llevase su nombre o su espíritu, sin pararse en medios ni miramientos ningunos. Y, con la maquinaria oficial, aquí y en todas partes, se unieron aun mujeres infames......
....... Continuará

















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