Y en la casita humilde, habitación del Señor Pro-Vicario General de la Diócesis, Cango. don Luis T. Uribe; situada en la que hoy es calle Obregón -en esos días Fray Pedro de Gante-, número 107, estuvo a la mañana siguiente el Padre Pro-Secretario don Enrique de Jesús Ochoa.
- Señor Uribe -le dijo después de saludarlo-; aquí está Diónisio mi hermano; llegó anoche.
- Y ¿qué cuenta de nuevo? ¿Qué se sabe en Guadalajara?
- Señor, lo que ya sabemos nosotros, lo que tenemos en el corazón, es lo mismo que sienten los tapatíos: los perseguidores no cejarán; hay consigna infernal de destruir la fe, de acabar con la Iglesia Católica en México. Aferrados a su
- Pero ¿cómo?
- Tomando las armas contra ellos.
- ¿Las armas ...?
Y el anciano Sacerdote quedó perplejo por un momento, luego con un ¡Ah ...! largo, pausado y doliente, continuó:
- ¡Eso será tremendo!
- Pués sí.
- Sí, compañero, va a ser mucho más tremendo de lo que a primera vista parece. Lo siento, lo siento mucho. Siento que tenga que llegarse hasta esos extremos. Yo no digo que sea ilícito, ni tampoco digo que no sea necesario. Si de otra manera no es posible, claro que se tiene derecho a este recurso supremo; pero lo .siento, lo siento mucho ...
Y sus ojos, sombreados por sus gruesas y pobladas cejas, inmóviles, parecían estar viendo el porvenir.
- Mire, compañero -continuó con voz firme, grave, como de verdadero vidente-: los que van a tomar las armas, los que van a sacrificarse, serán nuestros mejores muchachos -así textualmente habló-, nuestros católicos más leales y ... ya verá cómo se quedarán solos. Los ricos de las ciudades no les ayudarán para que puedan proveerse de armamento. Los enemigos se van a echar sobre ellos con toda la fuerza militar disponible y ... muchos de los católicos, simplemente por conveniencia, se van a convertir en enemigos de ellos y ... Dios no lo quiera; pero aun muchos de los Sacerdotes van a ser de los que estén en su contra ... Ellos van a sacrificarse, van a entregarse a la muerte, van a ser víctimas ...
Un momento de silencio siguió a aquella profecía. Después añadió el anciano:
- Mire, compañero, tenemos que orar mucho, tenemos que orar mucho.
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario