sábado, 29 de agosto de 2015

Relatos y Leyendas del Comala de Ayer "Cazador de Venados"

RELATOS Y LEYENDAS 
DEL COMALA DE AYER
"Cazador de Venados"
Profr. Rubén Jaime Valencia Salazar (+)
La demanda existente en el mercado nacional por el café colimote y el buen precio en su cotización originó que de Comala salieran numerosas personas, que con recuas de mulas se dedicaran a la compra y venta, viajando hasta los lugares más recónditos del Cerro Grande y llegando hasta el municipio de Minatitlán.
El deseo de Ernesto por cubrir de manera eficiente las solicitudes de compradores en algunas ciudades de Jalisco y norte del país le obligaron a trasladarse hasta algunos lugares estratégicos, a efecto de recibir el producto en el menor tiempo posible.
En sus continuos viajes por el sinuoso camino existente a Minatitlán llamó su atención un hermoso y manso venado que permanecía en el patio de una de las viviendas, por lo que presuroso detuvo su vehículo y solicitó a la propietaria se lo vendiera.
Ante las constantes solicitudes que hacía Ernesto y ante una gran necesidad económica de parte de la propietaria ésta accedió a la venta, por lo que Juan y Catarino, empleados auxiliares del comprador, procedieron a sujetarlo con una reata y lo treparon al vehículo, entre los costales del café que transportaban.
Solo se habían alejado unos pocos kilómetros del lugar cuando Ernesto, súbitamente, detuvo el vehículo y ordenó a sus auxiliares bajaran el animal y procedieran a sujetarlo, con la cuerda, en el tronco de un arbusto que se localizaba a pocos metros de distancia. Cumplimentada la orden, atónitos observaron los empleados que su patrón se apostaba con una moderna y reluciente retrocarga, ajustando la puntería para dar muerte al indefenso animal, expresando: “No me vayan a descubrir, voy a decir que pasó corriendo el venado y logré darle muerte por mi magnífica puntería”. Se escuchó el estruendo y veloces se acercaron al lugar para recoger los despojos. Sorprendidos constataron que la bala se había  impactado, con gran precisión, en la reata que lo sujetaba y el venado, como por arte de magia, había desaparecido.
Continuaron su camino y el silencio sobre lo ocurrido fue sepulcral.
Trascurridos pocos días efectuaron un nuevo viaje y para su sorpresa el ciervo se localizaba en el patio de donde había sido adquirido, por lo que Ernesto solicitó a la vendedora le fuera regresado, exponiéndole se había dado a la fuga por estar sujeto en forma malhecha. 
La negativa fue rotunda, sugiriéndole lo buscaran en el cerro, ya que el animal que observaba era uno distinto y que su esposo había llevado, precisamente el día que vendió el anterior.
Ernesto comprendió lo que refiere el dicho: “Al mejor cazador, se le escapa el venado”  


















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