LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición anterior # 356
"LOCURA DIVINA", "LA OBLACIÓN"
Libro segundo capitulo tercero
La Alborada del Movimiento Cristero
Es cierto -contestó con cierta reserva y aun timidez el hermano Sacerdote, ya adivinando un poco el desenlace del diálogo que principiaba.
Y durante algunos momentos se guardó silencio angustioso. El Padre no dijo una palabra más y Dionisio Eduardo, su hermano, no encontraba cómo continuar.
En la obscuridad del angosto y largo patio de la casa, lleno de arbustos y plantas, los ojos de ambos estaban clavados, sin ver nada, sin fijarse en nada; porque el problema que con los ojos del alma veían muy al frente, era tremendo.
- Oye -continuó Dionisio Eduardo, dándole forma de consulta, de pregunta, de consejo, cortando así aquel silencio-. ¿Y si yo mismo me pusiese al frente del movimiento?
Los ojos de Dionisio Eduardo Ochoa brillaron y, de la obscuridad del patio a donde estaban dirigidos, se volvieron fijos, aunque tímidos y escrutadores, hacia los de su hermano el Sacerdote.
- ¿Tú?
- Sí, yo; ya ves que no hay más. Pero lo que tú digas. ¿Tú qué opinas?
- Mira, yo de ninguna manera me opondría. Es empresa santa, es resolución que no puede venir sino de Dios: yo no tendría ningún derecho a impedirla. Si ya lo has pensado, si te resuelves, yo de mi parte te doy mi aprobación y mi bendición, mi bendición de Sacerdote y hermano mayor.
- Sí, ya lo tengo pensado y sí me resuelvo.
- Pero advierte la magnitud de la empresa. No tienen armas, ningunos recursos tienen, nada tienen y ustedes no son muchachos de montaña: tendrán que sufrir mucho. Luego, por otra parte, los enemigos se van a echar sobre ustedes con toda su maquinaria. Va a ser algo tremendo, como casi no imaginamos en estos momentos.
Además, gran parte de los nuestros, aun de estos mismos señores que alardean de creyentes, pero que tienen dinero, y aun algunos Sacerdotes -ya el señor Canónigo Uribe me lo decía como te he contado- se convertirán en enemigos del movimiento armado.
Todo va a ser a base de sólo Dios sabe qué sacrificios, más aún de la vida. Yo no creo que ustedes salgan con vida. Si estás resuelto a aceptar todos los sacrificios que sean necesarios, por tremendos que sean, aun el ofrecimiento de la vida, está bien. De otra manera, yo creo que no.
- Sí, estoy dispuesto -dijo Dionisio Eduardo con voz apenas perceptible, pero decidida.y firme.
- Bueno, que Dios' te bendiga. Yo pediré a Dios Nuestro Señor mucho por ti. ¿Qué más puedo hacer?
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