domingo, 15 de mayo de 2016

Los Cristeros del Volcán de Colima, "La derrota de Caucentla"

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA 
LIBRO TERCERO CAPITULO PRIMERO
 “LA DERROTA DE CAUCENTLA”
Los días de mayores penalidades del 27 de abril a los primeros días del mes de agosto de 1927.


Ya estaba plantada la obra y había arraigado Cristo, con su mano omnipotente, había protegido la débil planta, y ésta había crecido prodigiosamente en medio de la borrasca. De no haber sido así, habrían perecido por completo los cristeros de nuestro Volcán colimense, en menos de media hora de lucha.
A treinta y cinco llegaban apenas, en los cuatro meses transcurridos, las bajas que los insurgentes habían tenido en sus combates, mientras que las de los perseguidores eran ya más de mil. Debía principiar la prueba e iban a seguir, después de cuatro meses de feliz desarrollo, otros cuatro de inmensas privaciones y terribles sacrificios.
EL ASALTO AL CUARTEL GENERAL
Los fracasos que el gobierno callista se había anotado, en el corto lapso de tiempo -de enero a abril-, en La Arena, El Fresnal, La Joya, Cerro Carrillo, Montitlán, Higuerillas y Las Trementinas, además de otros descalabros de menor cuantía, pero no menos dolorosos, movieron las intenciones de aquellos que jugaban el ajedrez callista, en la región de Colima, a lanzar un ataque de fondo sobre aquel Cuartel General, para terminar, de una vez por todas, con lo que ellos llamaban los fanáticos cristeros.
Ya a esas fechas el Ejército Libertador contaba con algunos rifleS Mauser de 7 milímetros, que los callistas abandonaban cada, vez que, derrotados, se marchaban en desbandada, sin levantar el campo. Pero ni los rifles eran suficientes, pues todavía los libertadores estaban armados, en su gran mayoría, con las anacrónicas carabinas 44, 38, 32-20 y 30-30, ni el parque era abundante para ninguna de estas armas.
La escasez en muchos casos era desesperante; pero no obstante ello, los soldados cristeros llevaban bien prendida en el corazón, la confianza en Cristo Rey y en Santa María de Guadalupe, que les darían el triunfo si así convenía, aunque no tuvieran armas y parque en cantidad suficiente.
Sabedor el general cristero Dionisio Eduardo Ochoa, de que tarde o temprano, el gobierno callista atacaría el Cuartel General, había tomado las precauciones del caso y, aprovechando las desigualdades características de los terrenos de Caucentla, tendió su línea de defensa, desde El Gachupín por e! extremo norte, hasta el arroyo de La Arena en el suroeste, pasando por la loma de El Zopilote en el noreste y aprovechando, por el sur, el lienzo del Camichín.
Ya el día 25 de abril por la tarde, se tenían noticias ciertas de que el enemigo se acercaba con muy gruesas columnas y artillería, por lo cual se ordenó redoblar la vigilancia y se tomaron las providencias necesarias.
El día 26, al amanecer, comenzaron a acercarse las fuerzas del gobierno. 
Sus soldados sumaban un efectivo de mil doscientos hombres, correspondientes a dos batallones de línea, que comandaban respectivamente los generales Manuel Avila Camacho, de la jefatura de Jalisco, y
Talamantes, de la de Colima, más un muy numeroso contingente de agraristas de toda la región, al mando del coronel Buenrostro, militar que ya vivía retirado del servicio activo, en el pueblo de Tonila, Jal., pero que, desde el principio del Movimiento Cristero, quiso sumar sus'esfuerzos a los del gobierno, en contra de la causa de Cristo Rey.........  CONTINUARÁ

















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