sábado, 13 de abril de 2024

Los Cristeros del Volcán de Colima El Vuelo de un ángel y el Cap Prudencio Dávila

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA

Spectator LIBRO OCTAVO, Capítulo Segundo “Cuando se perfilaba el triunfo (1929, enero a abril)
El Nunc Dimittis; El Vuelo de un Ángel y El Capitán Prudencia Dávila. 
Viene de la edición # 555. 

EL NUNC DIMITTIS
El día 14 Sor María Rosa cayó enferma, víctima de tantos sufrimientos. En su enfermedad brilló más su grandeza de ánimo y santidad. Muchas veces, cuando alguna de sus hermanas le hablaba de las esperanzas que tenían de salud, ella contestaba tranquilamente y con una ligera sonrisa:
¡Me voy! ¡Bendito sea Dios!
Un día, una de las religiosas del Oasis de la Cruz, con ellas prisioneras, le dice en tono de broma:
- Rosita, ¿cambiamos?; La enferma, sonriendo, levantó el índice de su mano derecha y lo movió en sentido negativo.
En medio de tantas dificultades y enemigos, quiso la Divina Providencia que no faltase a aquella virgen el Pan Santo de los mártires. Un sacerdote jesuita, burlando la vigilancia de los perseguidores, logró llevarle varias veces la Sagrada Comunión.
EL VUELO DE UN ANGEL
Cuando la virgen mártir comprendió la gracia que el Señor le daba de morir por El, se alegró en extremo:
Dios mío -dijo transportada de júbilo-, os ofrezco mi vida por la paz de mi patria, por mi comunidad y por mi familia. In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum.
Por fin, el 3 de abril, miércoles de Pascua, voló al Cielo su preciosa alma.
Las religiosas de la Cruz estaban edificadas con la muerte de aquella víctima y con gran devoción se acercaban a besar el cadáver.
Ha muerto una santa -decían-. ¡Quién fuera ella!
EL CAPITAN PRUDENCIO DAVILA
Era también originario de Ejutla, lugar de los primeros años de su vida. De allí pasó a Colima en donde fue alumno del Seminario Diocesano.
Cuando la persecución sectaria arreció, constreñido por los enemigos que le perseguían a muerte por el simple hecho de ser seminarista, y arrastrado por el ejemplo de valor de los soldados de Cristo, ingresó a las filas libertadoras, en abril del primer año de lucha.
Su vida militar la pasó generalmente en la región de Pihuamo, entre los cruzados del Vallecito de Cristo Rey, en donde tenía el grado de capitán.
Con el objeto de conseguir cartuchos y algunos otros elementos, se encontraba en la ranchería de San Joaquín, acompañado del teniente Ignacio Mendoza y de tres soldados cristeros, en uno de los últimos días del mes de abril. 
Una persona enemiga que logró saber de la presencia de aquellos cristeros, los denunció ante los gendarmes de Colima, y éstos salieron inmediatamente a aprehenderlos, lo cual consiguieron sin dificultad. A pie y en medio de injurias y golpes, los condujeron hasta la ciudad, donde fueron internados en el cuartel de policía.
Continuará

 

















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