sábado, 14 de marzo de 2015

Apariencias que engañan. Relatos y Leyendas del Comala de Ayer

RELATOS Y LEYENDAS DEL COMALA DE AYER
"APARIENCIAS QUE ENGAÑAN"
Rubén Jaime Valencia Salazar
Siempre vestía un calzón y jolotón de manta, el ceñidor rojo a manera de fajo, huaraches de gruesas suelas con correas terciadas y en su cabeza un amplio sombrero de palma, burdamente tejido; su aspecto era sucio y descuidado, su bigote y barba, un poco crecidos, lucían un color amarillento por el humo del puro que en ningún momento retiraba de sus labios; su  capital económico era considerado, sino el mayor, uno de los principales entre los habitantes de Comala.
Luciendo un arrugado pantalón que sobrepuso a su calzón y colgando en uno de sus hombros un morral tejido de ixtle, llega hasta las puertas del despacho de un ameritado Licenciado de la ciudad de Colima, portón que aún permanecía cerrado por lo que decide esperar sentado en el bordo del mismo. 
Pasan algunos momentos y hace su arribo una elegante dama que le solicita alejarse del espacio para poder introducirse al despacho y quien a su vez le informa que el Licenciado tardaría bastante tiempo en llegar.
Nuevamente se hace presente la dama, quien desempeñaba el cargo de secretaria, e invita al paciente individuo para que desistiera en su espera ya que las ayudas económicas a los menesterosos sólo eran proporcionadas los días sábados, Toño sonrió y haciendo caso omiso a lo escuchado sólo se concretó a dar un fuerte sorbo a su largo puro y alejarse del espacio en donde permanecía para evitar ser alcanzado por el agua que, muy molesta, esparcía sobre la banqueta.
Largos minutos de espera. La dama permanecía embelesada ordenando documentos en el archivo cuando escucha la voz de su jefe quien le solicita le haga llegar la documentación correspondiente al predio “La Joya”, extensión de grandes proporciones localizada por el rumbo del Volcán, y sobresaltada observa que, a quien minutos antes había tratado de pordiosero, era trasladado de manera amable y cordial, por su jefe, al interior de su privado.
El comprador es informado sobre la negativa de los vendedores en efectuar algún descuento en el precio requerido, por lo que procede a sustraer del morral los fajos de billetes de gran denominación y depositarlos en el amplio escritorio del Licenciado. 
La Secretaria es requerida y se le ordena elabore un documento, a manera de recibo, sobre la cantidad que el comprador dejaba en depósito para ser entregada a los vendedores en el momento de firmar la escritura correspondiente, orden que fue rotundamente refutada por el adquiriente expresándole al Licenciado, Carlos de la Madrid Béjar, que entre ellos jamás había sido necesario un papel que certificara sus negocios, siempre había prevalecido la confianza y la palabra, por lo que en esa nueva ocasión tampoco lo aceptaría.
Toño, al abandonar el despacho, se acerca hasta el lugar en donde permanecía laborando la Secretaria, sustrae de su sucio morral un billete de considerable valor, lo deposita en la mano de ésta y le expresa ser un pequeño obsequio de su parte deseando que, en lo sucesivo, tratara a todos sus semejantes por igual y no se dejara impresionar por las apariencias, ya que éstas engañan. 













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