Doña Rosa era una mujer comalteca de avanzada edad, caritativa en extremo que gozaba de muy holgada posición económica por los bienes que le dejara al morir su esposo, Don Julián., señora a quien le hacían compañía en su domicilio, que ocupaba la mayor parte del portal sur del jardín, algunas de sus hijas, unas viudas y otras abandonadas.
Una de las hijas que permanecía al lado de Doña Rosa, tenía dos hijos y el mayor de ellos, apodado “El Chapotán”, resaltaba por las calaveradas y diabluras que cometía, siendo éstos los motivos primordiales por los que la “abuelita” carecía de alguna dama que realizara las labores caseras.
Llega al domicilio de Doña Rosa, procedente del Puerto de Manzanillo, su ahijado “Panchito”, ya con algunos años sobre sus espaldas y con marcadas muestras de su homosexualidad., quien al observar la carencia de una doméstica ofrece sus servicios a la madrina, otorgándole ésta su anuencia y se queda a realizar los trabajos hogareños.
Aunque en el pueblo existían personas con el mismo paradigma sexual no era notorio por su discreción pero “Panchito” causó un serio escándalo a causa de su exhibicionismo y por haber coincidido su llegada con una severa detención de las lluvias durante el temporal.
Inicialmente, entre los agricultores y ganaderos, se abrigó la esperanza de que los aguaceros se normalizarían, pero por cada día que transcurría, sin que los ansiados chaparrones dieran vida a sus cultivos y pastos, se reducían sus ilusiones en la obtención de cosechas y la sobre vivencia de sus animales.
La carencia de lloviznas se tornó en desesperante, los sembradíos se debilitaban, surgían plagas en abundancia, los animales flaqueaban y el trabajo para los campesinos escaseaba, pareciese que el Eterno no escuchaba las solicitudes, ruegos, penitencias e imploraciones de los habitantes, quienes también movidos por la fé, en frecuentes ocasiones, efectuaban procesiones llevando las imágenes de los Santos de su devoción por los áridos campos y sembradíos próximos a perecer.
Ante tales adversidades florecieron entre los habitantes los comentarios de ser “Panchito” el responsable de sus desgracias, ya que desde su arribo a la población y por su escandalosa conducta, el Supremo había castigado al pueblo.
Una noche se encontraba en el jardín un grupo numeroso de inquietos jóvenes, entre los que se observó a “El Chapotán” y quienes ante el constante acoso de “Panchito” para con varios de ellos, premeditaron la manera de darle un escarmiento para que desistiera de sus pretensiones.
Se dispersa el grupo y un “aventado” pasa frente a “Panchito” quien le expresa sus galanteos y proposiciones y aquel, dirigiéndole una mirada de “sígueme”, continúa su caminar con rumbo a uno de los arroyos existentes en las afueras del pueblo y en el momento en que pretendía sujetarlo para que le cumplimentara sus deseos, de la oscuridad, surge el resto de jóvenes.
Los llamados de auxilio de “Panchito” fueron inútiles, así como las solicitudes de piedad para con su persona, suplicándoles se desistieran de lo que pretendían “ya que estaba caliente de planchar”, todo fue inútil “el joto” fue sumergido, en repetidas ocasiones, en las frías aguas del arroyo.
La mañana siguiente la totalidad de los participantes se encontraban detenidos en la cárcel municipal en espera de ser juzgados por la Autoridad, quien a su ingreso al Palacio Municipal fue interceptado por una multitud de agricultores y ganaderos quienes solicitaron clemencia para los acusados, ya que posterior al baño de “Panchito” se dejó caer un fuerte chaparrón que sería la salvación de sus siembras y ganado.
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