viernes, 29 de enero de 2016

Los Cristeros del Volcán de Colima, A la montaña a iniciar la epopeya heroica confiada por el cielo

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición # 357
Dionisio Ochoa, Antonio  Vargas y Rafael Sánchez a la montaña a iniciar la epopeya heroica que les confiaba el cielo.
PASADO EL RUBICON
En silencio atravesaron el corredor, casi hundido en la obscuridad; atravesaron también la pieza en donde Verduzco Bejarano y otros seminaristas dormían, y llegaron a lo que antes había sido comedor -en esos días convertido en oratorio-, y de rodillas cayeron ante el humilde Sagrario en donde Jesús Sacramentado estaba. 
Se oró en silencio; pero con inmensa fe y rendimiento. Diez o quince minutos más tarde se levantaron. El paso decisivo estaba dado, el ofertorio estaba hecho ... Y. se fueron a acostar, sin decir ya una palabra, intentando dormir. Era cerca de la una de "la madrugada del ya miércoles 5, fecha tanto esperada.
Y así como en Colima, así en Jalisco, Coahuila, Guanajuato, la ciudad de México y otros lugares de la República, se vivían en aquella misma noche momentos de alto heroísmo, de oblación a Dios, para ganar con lágrimas y con el sacrificio de la vida, el Reinado Social de Cristo en México.
Hay necesidad -diría más tarde Dionisio Eduardo Ochoa a los campesinos a quienes predicaría la Cruzada Cristera- de lavar con nuestra sangre los enormes pecados nacionales.
Así, textualmente, sin modificar sílaba alguna, solía insistir, para excitar a la pureza de intención y al espíritu de sacrificio, llevado hasta ofrendar por Cristo el corazón y la vida.
A la mañana siguiente ya la angustia era menor, pues el problema estaba resuelto: ellos tres y sólo ellos tres: Dionisio Eduardo Ochoa,
Antonio C. Vargas y Rafael G. Sánchez se irían a la montaña e iniciarían la empresa, la epopeya heroica que les confiaba el cielo.
Y con actividad, febril; pero ya sin la angustia interna que los devoraba en los días anteriores, se pusieron a prepararse para la aventura: marcharían al día siguiente, en la madrugada del 6.
NO AVISE A NADIE
Y si para todos, aun para los mismos compañeros de la A. C. J. M., se había guardado reserva absoluta, no obstante que fueran de confianza, sin embargo, al anciano e ilustre Sr. Pro-Vicario General de la Diócesis Cango, don Luis T. Uribe, en cuyas manos estaba el gobierno de esta Iglesia Colimense y cuyo corazón cargaba todas las angustias y problemas de sus hijos, sobre todo de sus Sacerdotes perseguidos, sí había que darle la noticia. Así lo creyó, y muy acertadamente, el Padre don Enrique de Jesús Ochoa, hermano de Dionisio Eduardo.....CONTINUARÁ...
















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